“El cuerpo, nuestro cuerpo, el que no siempre habitamos. Él nos habla de nosotros, nos cuenta de nuestras flaquezas, protesta cuando no lo oímos – algo frecuente”. Silvina Gimpelewicz
El lenguaje interno del cuerpo
El cuerpo nos habla de múltiples formas: sensaciones, emociones, síntomas. El cuerpo nos habla de nosotros, nos cuenta de nuestras flaquezas y luchas, nos señala nuestras contradicciones y frustraciones, también nos habla de nuestras satisfacciones; protesta cuando no lo oímos, se queja ante nuestra incongruencia. El cuerpo nos habla siempre que estemos dispuestos a alinearnos y aliarnos con él. Comprender su lenguaje es comprendernos mejor, y habilitarnos para expresarnos mejor.
Por el contrario, cuando alienamos lo que es orgánicamente nuestro se desorganiza nuestro funcionamiento vital. Mientras más separamos nuestra identidad de la propia expresión corporal, más cosas parecen sucedernos: nos sentimos incongruentes, fragmentados, fuera de control; en impasse, en conflicto.
Pero nuestro cuerpo no solamente favorece la comunicación intrapersonal (las propias sensaciones y emociones, necesidades), sino también nos permite una mejor comunicación con el entorno. Como lo expresa
Silvina Gimpelewicz: “Cuando nos comunicamos a través de él no hay interferencias, no hay posibilidades de manipular palabras. El cuerpo no engaña, no distorsiona, se muestra tal cual, incluso a nuestro pesar”.
A veces entramos en contradicción con nuestro cuerpo, por tenerlo alienado; pero cuando fluimos a través de él, la vida fluye y se llena de significado y dirección.
Aprendiendo el lenguaje de nuestro cuerpo
Manuel Barroso: “El cuerpo nos acompaña sin mentiras”.
Nuestro ego se expresa a través nuestro cuerpo, por lo que sí aprendemos a leer ese lenguaje, lograremos mayor competencia para integrar nuestras experiencias, vivir con más conciencia y aprender a ser más congruentes con nuestras necesidades.
Necesitamos, entonces, desarrollar más conciencia sobre nosotros mismos a través del cuerpo, para lograr así una mayor comprensión de nuestro ego. Conocer nuestro cuerpo es conocernos a nosotros mismos. El cuerpo constituye un vasto territorio que ofrece enormes oportunidades y posibilidades para el desarrollo de una mayor conciencia de nuestro sí mismo. En este sentido, comenta Lisbeth Marcher: “Las sensaciones corporales proveen una base para el ego del cuerpo y, por ende, para toda la conciencia”. Nuestras formas corporales, pues, constituyen una referencia insustituible de nuestro yo somático, que a su vez se convierte en el fundamento físico de nuestra identidad personal y del autoconocimiento.
“Comprender nuestro cuerpo es comprendernos. Conocerlo más nos posibilita ampliar nuestro lenguaje no verbal, descubrir formas de relacionarse placenteras, expresar nuestras emociones y sensaciones solo con una mirada, un contacto, una caricia” (Silvina Gimpelewicz).
En la medida que reconocemos, comprendemos y respetamos nuestros procesos corporales, en esa misma medida aprenderemos a descifrar (sentir) los procesos del cuerpo, y podremos entender cómo éstos están ligados a nuestras emociones, pensamientos y percepciones, y de esta forma, como dice
Stanley keleman: “Aprender cómo influenciar nuestra propia organización somática”.
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