¿Tus emociones operan a tu favor o en tu contra?
Las emociones impulsan nuestras acciones. El cómo las expresamos determina cómo respondemos a las diferentes situaciones. Según sea nuestro manejo (adecuado o inadecuado) las emociones se movilizarán a nuestro favor (contribuyendo a la expresión y satisfacción de necesidades), o en contra (generando resultados negativos). Así, por ejemplo, el miedo manejado inadecuadamente puede sumirnos en el pánico y la parálisis; o, por el contrario, puede llevarnos a tomar medidas preventivas para salvaguardar nuestra integridad física.
Las emociones se pueden expresar en forma alterada (manejo patológico) o en forma sana (manejo virtuoso).
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Respuesta alterada (manejo patológico)
La respuesta emocional se dispara en forma alterada cuando la emoción es reprimida por mucho tiempo, y no se reconoce la necesidad que se requiere satisfacer y, en consecuencia, la necesidad queda insatisfecha, para satisfacer (en sustitución) una necesidad tergiversada. Esto hace que el organismo, buscando su autorregulación, se exprese en forma alterada.
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Respuesta sana (manejo virtuoso)
Cuando se habla de una expresión sana, se puede decir que es cuando una necesidad impulsa una emoción. En este caso la emoción se expresa para producir fluidez en la satisfacción de la necesidad.
Las emociones desagradables avisan que hay una necesidad que requiere ser satisfecha, y las agradables refuerzan que se ha satisfecho.
Estrategias para el manejo de las emociones
Podemos optar por reprimir y controlar las emociones o por facilitar su expresión.
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El control: Una estrategia neurótica de gestionar las emociones
“Cuando digo controlar las emociones, quiero decir las emociones realmente estresantes e incapacitantes. Sentir emociones es lo que hace a nuestra vida rica”. Daniel Goleman
Una de las estrategias – estériles e inefectivas – que más utilizamos para lidiar con las emociones con las cuales nos sentimos incómodos, tales como la ira, el miedo, la impotencia, la frustración, la inseguridad, entre otras, es el control. Al respecto comenta Norberto Levy: “Al sentir una emoción que nos disgusta, como el miedo o enfado, queremos controlarla para que desaparezca. Pero así sólo se intensifica. El camino es ayudarla a madurar”.
La represión emocional daña nuestra salud psicológica y física
Cuando reprimimos las emociones negándoles su expresión, el efecto de expresión y movimiento que es inhibido, se encauza hacia adentro. Así, por ejemplo, cuando reprimimos la rabia o el miedo, la tensión muscular que debería experimentarse en los músculos orientados hacia el exterior, que intervienen en la respuesta típica de huida o ataque, se direcciona hacia adentro, transfiriendo esa carga a los músculos internos y vísceras. En el largo plazo esa tensión que acompaña a las emociones y que fue inhibida, termina expresándose a través de otras formas como contracciones y rigidez muscular, dolores del cuello y espalda, enfermedades gástricas, dolores de cabeza, entre otros.
Cuanto más fuerte es la represión de una emoción, más fuerte es la explosión emocional
Controlar las emociones es una experiencia ilusoria, con logros muy engañosos. Detrás de la fachada de control que la persona arma, se mantiene un equilibrio muy precario. A pesar de los recursos estereotipados que la persona aprende: modulación de voz, posturas corporales, mirada artificial, gestos faciales encubridores, el controlador sólo logra una transformación transitoria de su conducta externa, pues tarde o temprano las emociones reprimidas emergen redimidas por las necesidades que claman por salir.
Por otra parte, cuanto más fuerte sea la represión de la emoción, más potente y explosiva será la expresión y liberación de esa emoción en algún momento de la vida.
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La expresión: Una estrategia ecológica de gestión de las emociones
La clave para lograr efectividad en el manejo y gestión de las emociones no es negarlas o controlarlas, sino permitir que fluyan, lo cual no quiere decir expresarlas sin control, sino más bien dejar que tu emoción te informe que está pasando contigo, para luego decidir cómo atenderla de la manera más segura y productiva.
Judo emocional
La idea implícita es la del “judo emocional”, lo cual consiste en ver la emoción como una fuerza que busca expresar una necesidad del organismo y tratar de absorber la energía o fuerza (fluir con lo que está sintiendo – adquirir plena conciencia) y ayudarla (no bloquearla, controlarla) para que complete su movimiento, utilizando su fuerza para que continúe su camino, en vez de bloquearla, causando que nos tumbe o agobie. Por otra parte, liberar la energía que generalmente usamos para reprimir las emociones producirá un enorme flujo de vitalidad que se manifestará en forma de relajamiento, creatividad, satisfacción y poder personal.
Hay tres metáforas que pueden servir para ilustrar el manejo de las emociones
- Un pozo de agua contenida, represada, sin movimiento, lo cual equivale a controlar / reprimir las emociones. ¿Qué pasa con el agua en tales condiciones? Naturalmente se pudre, pierde vitalidad.
- Un tsunami, cuya violencia de agua, arrasa con todo a su paso, causando muerte y devastación, lo cual equivale a dar rienda suelta a nuestras emociones sin medir consecuencias, de tal forma que nos convertimos en sirvientes de nuestras emociones, lastimando a otros y a nosotros mismos y saturándonos de conflictos interpersonales.
- Una represa hidroeléctrica, que permite que el agua fluya, pero a la vez sea canalizada para fines productivos. Esta es la imagen que quiero dejar fresca al hablar de judo emocional.
Para reflexionar:
- ¿Tiendes a reprimir o expresar con libertad tus emociones?
- ¿Tus emociones operan a tu favor o en tu contra?
- ¿Tu expresión emocional tiende a ser alterada o sana?
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