“Instruye (enseña) al niño en su camino (carrera); y aún cuando sea viejo, no se apartará de él” (Proverbios 22: 6).
Los padres acompañan a los hijos en descubrir su vocación
El papel de los padres es acompañar a los hijos en el viaje de descubrir sus talentos y habilidades; a encontrar su camino o vocación en la vida.
En este pasaje la palabra camino es la palabra dérek, que significa curso de vida o modo de acción; también aplica para describir viaje, senda -vereda y misión. Instruir al niño en sus caminos implica acompañar al niño a tomar un curso correcto en la vida; ayudarle en su definición y alineación con su misión de vida.
El sentido de este pasaje podría traducirse “instruye al niño conforme a su camino”, que implica un proceso en el curso de su vida, a lo largo del viaje (etapas de crecimiento), por la senda o misión que aplica a él; sobre la base de principios sólidos – en el camino correcto -, según traduce la versión NVI. Pero de acuerdo a lo que hay en el niño, vale decir, respetando sus talentos, su vocación y su personalidad, o como la traduce la versión Biblia Universidad de Jerusalén: “Instruye al joven según sus disposiciones”. Instruir incluye facilitar en el niño el arte de “ser uno mismo”.
La vocación tiene que ver con el diseño de la persona
Cada niño se inclina a desarrollarse y encaminarse según sus talentos naturales y rasgos de personalidad, los cuales deben ser alentados y respetados por sus padres para que él (ella) alcance su propósito en la vida.
Cada ser humano ha nacido con un conjunto de talentos, habilidades y personalidad que son la base para su desarrollo, vocación y propósito. La responsabilidad de los padres es apoyar a los hijos para descubran y desarrollen esos talentos, habilidades y personalidad.
Esta acción demanda para los padres la responsabilidad de indagar lo que hay en el niño, para educarlo – formarlo de manera que lo que hay en él (temperamento, talentos, etcétera) pueda desarrollarse y salir a la superficie; y, entonces, cuando sea mayor no se apartará de eso. Enseñar, instruir y formar es, como lo expresa el psicólogo Manuel Barroso, sacar de la interioridad orgánica y emocional del niño, la persona que está contenida.
La razón de respetar y facilitar el desarrollo de la disposición natural del niño (inclinación, talentos naturales, personalidad) es porque ese es su diseño, donde él/ella cuenta con los mejores argumentos y potencialidades para cumplir su propósito en la vida. En ese camino las potencialidades del niño cooperarán para cumplir su misión en la vida.
Serie: El hogar: Centro de capacitación de las persona efectivas – Parte II
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