Escuchar activamente es adentrarse en el mundo interior del otro. Arnoldo Arana
¿Ventanas o paredes?
La forma de escuchar puede convertirse en ventanas o paredes. Ventanas que reciben y captan las palabras, necesidades y expresiones del otro (a). O muros o paredes contra las que rebotan las necesidades, mensajes y expresiones del otro (a).
¿Qué pasa cuando las palabras que decimos son interpretadas de manera diferente por quien nos escucha, o cuando somos nosotros los que percibimos las palabras de manera diferente a la intención con que nuestro interlocutor las dice?
Se genera un mal entendido, que puede hasta hacer sentirnos ofendidos y heridos, a pesar de que esa no fue la intención del otro. Las palabras pueden ser ventanas que abren canales para la comprensión mutua, o paredes que se convierten en barreras y obstáculos para el buen entendimiento. Igual pasa con nuestra escucha: podemos escuchar a través de ventanas o a través de muros. Por eso ejercitar la escucha activa, sin juicio, ni preconcepciones, ni prejuicios, ni posturas defensivas, es esencial para entender al otro, y generar una comunicación efectiva
¿Qué es la escucha activa?
La escucha activa consiste en utilizar todos los recursos disponibles para escuchar consciente, intencional e interesadamente a nuestro interlocutor. Escuchar es una acción intencional. No es un acto pasivo. Es una acción deliberada que ocupa un espacio importante en la estructura de una conversación.
Escuchar activamente supone buscar comprender cómo piensa y siente el otro. Esto no surge de forma espontánea y natural. Por el contrario, requiere esfuerzo, disciplina, enfoque, atención concentrada y empatía. Escuchar es una tarea difícil. Escuchar de esta forma requiere liberar nuestra mente de condicionamientos y expectativas para escuchar plenamente al otro. No lo que queremos escuchar, sino lo que el otro quiere decirnos.
Eso pone de manifiesto la necesidad de poner entre paréntesis lo nuestro (juicios, preconcepciones, opiniones), para poder actuar como un recipiente disponible para recibir lo que el otro nos quiere comunicar. Si estamos muy llenos de nosotros mismos, escucharemos en forma condicional, saltando a conclusiones, elaborando nuestra respuesta antes de escuchar completamente, o transmitiendo desacuerdo, desaprobación o inconformidad con nuestra expresión no verbal, que denotará la forma cómo estamos escuchando.
Escuchar activamente es más un asunto de actitud que de técnica
Escuchar activamente es un asunto del corazón: si bien requiere habilidad, es mucho más que aprender una técnica. No se limita a hacer contacto visual, asentir con la cabeza, y cosas por el estilo. Comporta más bien una actitud de empatía y entrega a nuestro interlocutor.
En ese sentido, una premisa valiosa para escuchar con efectividad es la máxima: “buscar comprender antes que buscar ser comprendido”, lo cual implica suspender temporalmente nuestros juicios de valor, prejuicios, preferencias y aún necesidades, en aras de regalarle al otro (a) toda nuestra atención y disposición para entenderle.
Esta actitud desmonta toda resistencia, inhibición y barrera que pudiera tener nuestro interlocutor. La escucha activa crea apertura en nuestro interlocutor para expresarse plenamente.
El escuchar activamente le da sentido a lo que dice nuestro interlocutor
Escuchar no es algo que simplemente ocurre. Implica una intencionalidad que busca comprender y darle cabida al otro.
Esta es la única forma de desarrollar y expresar empatía hacia nuestro interlocutor. Sólo sí somos capaces de escuchar plenamente, podemos consustanciarnos e identificarnos con las necesidades, expectativas y emociones del otro. Esto lleva la comunicación a un nivel transformacional
Para reflexionar:
- ¿Cómo es tu nivel de escucha activa?
- ¿Escuchas a través de paredes o de ventanas?
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