El miedo es una emoción adaptativa que nos ayuda a lidiar con las amenazas y peligros del entorno. Pero cuando el miedo se torna patológico:
“Asustarse se convierte en problema. Entonces, percibimos lo inofensivo como ofensivo, lo cotidiano como extraño y lo inocuo como dañino”.
El miedo tiene mala publicidad. Culturalmente se ha estigmatizado esta emoción. Se percibe como algo inapropiado e indigno, que desvaloriza a la persona. Esa etiqueta negativa se recoge en la frase “el miedo es de cobardes”. Algunos definen el miedo como una discapacidad: una condición de minusvalía. Algo que le falta a la persona, que puede ser valor y coraje.
El miedo tiene muy mala e inmerecida fama. Pareciera que el problema es el miedo y no la situación de peligro que el miedo nos quiere informar y prevenir. Esto demuestra que hay un alto grado de ignorancia emocional acerca de qué es el miedo.
Y no se trata de hacer una apología del miedo, sino de poner el miedo en su justo lugar.
¿Qué es el miedo?
El miedo es una emoción normal, universal, primaria, necesaria y adaptativa que se deriva de la aversión natural e innata al riesgo o la amenaza, y que ayuda a las personas a enfrentar situaciones peligrosas, difíciles o amenazantes. En este sentido, el miedo nos protege.
Si bien hay miedos irreales. Una cosa es el miedo adaptativo que es útil para preservar nuestras vidas del peligro y las amenazas, y otra es el miedo irracional: anticipatorio, imaginario, irreal y, muchas veces, desmesurado. Ese es el miedo que necesitamos evitar: el miedo que nos paraliza, nos bloquea emocionalmente y nos dificulta disfrutar y vivir la vida a plenitud. Ese es el miedo disfuncional que da lugar a una enorme cantidad de trastornos psicológicos: ansiedad, fobias, trastornos obsesivos compulsivo, entre otros.
El miedo es un mecanismo que nos informa de un peligro o amenaza
El miedo actúa como una señal de protección, defensa y supervivencia
Hay un miedo automático, instintivo y de protección que no tiene ningún instante de pensamiento. Este miedo está grabado en nuestra anatomía cerebral. Visto de esta manera el miedo es un instinto de supervivencia, siempre necesario, que nos sirve para mantener la integridad física. Esa señal es un mecanismo de protección contra el peligro y las amenazas.
El miedo informa de la desproporción entre la amenaza y los recursos para enfrentarla
El miedo surge de la desproporción que percibe la persona entre una amenaza y los recursos con que cuenta para enfrentarse a esa amenaza. El miedo informa de esa desproporción. Si ante una amenaza o peligro, mi evaluación es que no cuento con los recursos suficientes para defenderme de ella, yo tendré miedo. Si mi evaluación es que estoy ante una amenaza 9 o 10 y mis recursos son 2, el miedo es inevitable. Y eso no es ni bueno ni malo, es simplemente la percepción de que puedo sucumbir ante esa amenaza. En este caso, muy organismo elabora una respuesta psicofisiológica para dotarme de la energía para anularla o contrarrestarla, mediante una respuesta o conducta de huida o afrontamiento.
Cómo gestionar el miedo
¿Cómo reaccionamos cuando sentimos miedo?
El kit del asunto para la gestión del miedo, tiene que ver con cómo reaccionamos ante el miedo. Del tipo de reacción que tengamos ante él, depende el curso que siga el miedo en nuestra vida. Si mi reacción es de censura y cuestionamiento, de descalificación y vergüenza y, como consecuencia lo reprimo. El miedo, entonces, como lo dice Nolbreto Levy, “se repliega y esconde, y pierde la posibilidad de manifestarse, ser reconocido y asistido”, y deja de informar acerca de la necesidad que lo impulsa.
Pero eso no hace que desaparezca, pues sólo desaparece de nuestra percepción, para crecer en otros ámbitos, bajo la forma de trastornos somáticos, insatisfacción, desconfianza, encubrimiento bajo la máscara de rabia, repliegue de la vida y otras manifestaciones de un miedo subterráneo a donde lo replegamos; pudiendo llegar a ataques de pánico.
La estrategia para manejar el miedo es desarrollar los recursos de afrontamiento
Sólo cuando logramos desarrollar los recursos de afrontamiento para enfrentar la amenaza de que informa el miedo, éste disminuye.
Hay muchas situaciones generales que pueden despertar el miedo en nosotros: enfermedades, crisis de la economía, la criminalidad en las ciudades, etc.; pero también están las situaciones específicas en nuestro quehacer diario: presentar un examen de admisión, dar un discurso o conferencia, hacerle una propuesta de amor a una chica, etc.
Si tomamos como ejemplo el dar una conferencia ante un público de 500 personas, eso puede intimidar. Entonces, necesito construir los recursos para enfrentar esa situación, que pueden ser (basado en Nolberto Levy – adaptado):
- Lograr una adecuada preparación y dominio del tema,
- Desarrollar una estructura de autoestima lo suficientemente consolidada para que esté más allá de esa experiencia, independientemente de los resultados.
- Tener la disponibilidad psicológica para aprender de esa experiencia,
- Ganar experiencia en ese tipo de situaciones, que me permitan desarrollar la auto-confianza en mis recursos para enfrentar ese tipo de situación. Todo esto es un proceso de aprendizaje emocional
Necesitamos aceptar el miedo cuando emerge en nuestra vida. Él tiene una intención positiva, aunque a priori no podamos verla. Y no se trata de aceptar el miedo como un acto de resignación, sino como una señal normal que busca protegernos y salvaguardarnos, y que necesitamos contactar para poder asistirlo, en la medida que nos prevenimos de peligros y amenazas.
Para reflexionar:
- ¿Cuál es tu actitud ante el miedo? ¿Lo escondes, descalificas y reprimes, o permites que esa emoción madure y te informe que está pasando contigo?
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