No permita que lo urgente ocupe en su vida el lugar de lo importante. Naturalmente, lo urgente luchará, arañará y gritará pidiendo su atención; reclamará nuestro tiempo, e incluso nos hará pensar que hemos hecho lo que debíamos calmando sus nervios. Pero lo trágico del caso es que, mientras usted y yo estábamos apagando los fuegos de lo urgente (algo de todos los días), lo importante quedaba otra vez en un compás de espera. Además, cosa interesante, lo importante no es ruidoso ni exigente; a diferencia de lo urgente, espera paciente y en silencio a que nos demos cuenta de su trascendencia.
Folleto titulado La Tiranía de lo Urgente
Con frecuencia mucha gente se deja tiranizar de asuntos «urgentes». Esta actitud en el fondo refleja una falta de prioridades claramente definidas.
Muy pocas veces podemos percibir con claridad meridiana cuáles son las cosas importantes para nuestra vida, nuestra profesión, nuestra actividad de negocios. La mayoría de las veces las cosas importantes tienen que «luchar» contra una infinidad de otras no importantes para hacerse visibles.
La clave para distinguir lo importante de lo trivial radica en la clarificación de los objetivos fundamentales de nuestra vida. Una vez definido esto, la siguiente tarea es separarlo de la multitud de ocasiones y situaciones que se nos presentan cotidianamente. Al conocer con claridad cuáles son los asuntos vitales, podremos dedicarles la mayor parte de la energía a ellos y así obtener los resultados o logros esperados.
Lo cierto es que vivir bajo un sistema de prioridades es esencial para la efectividad personal. Cuando no somos capaces de definir y organizar nuestra vida con base a prioridades, corremos el riesgo de dispersarnos, desenfocarnos, perder equilibrio y efectividad en lo que hacemos. Podemos, además, malgastar nuestro tiempo en atender urgencias; peor aún, desarrollar un desempeño orientado a apagar fuegos.
Los síntomas de estar bajo la tiranía de lo urgente son:
Poner primero lo primero constituye un acto esencial en la vida. Stephen Covey
- La persona no tiene prioridades claramente definidas.
- Se vive con mucho estrés (crónico).
- La persona vive todo el tiempo “ocupada”.
- La persona se ha vuelto adicta a lo urgente. Necesita sentir el flujo de la adrenalina descargada en las crisis y en la gestión de agendas congestionadas y repletas, para sentirse con entusiasmo y energía.
- La persona tiene desbalanceada su vida, como consecuencia de no tener sus prioridades jerarquizadas. Descuida algunos roles a expensas de otros: padre o madre, hijo (a), esposo (a), amigo (a), etc.
- Con frecuencia se experimenta cansancio, llegando en algunos casos al agobio.
- La persona no experimenta verdadera productividad.
Para reflexionar:
- ¿Comprendes tus limitaciones en cuanto al tiempo? ¿Tiene algún sentido o utilidad para ti, presupuestar tu tiempo?
- ¿Bajo qué criterios organizas y agendas tu tiempo?
- ¿Estás apagando los fuegos de lo urgente o estás centrado (a) en lo importante (lo que agrega valor)?
- ¿Tu presupuesto del tiempo responde o refleja a los ritmos de tu vida (periodos de máxima eficiencia)?
- ¿Cómo sientes que estás utilizando o transcurre tu tiempo a través de tus hábitos?
- ¿Qué puedes hacer para mejorar tu eficacia personal y, por ende, tu aporte a la eficacia de tu organización?
Pensamiento: “Si mi mundo interior está en orden, es porque he comenzado a reparar las grietas por las que se me escapaba el tiempo y a repartir mis horas productivas según las aptitudes, los límites y las prioridades que tengo” (Gordon MacDonald).
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!Juntos podemos marcar una diferencia!
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