Qué es la tristeza
La tristeza es una respuesta emocional natural a situaciones que implican dolor psicológico, emocional o físico. Es una emoción básica adaptativa muy humana y relativamente frecuente, normalmente desagradable pero importante de experimentar en algunos momentos cruciales de nuestra vida, como pérdidas, desilusiones y fracasos.
Prejuicios en contra de la tristeza
Solemos calificar la tristeza como una emoción negativa. Algunas personas la consideran un signo de debilidad, que crea una condición de minusvalía, por lo que la evitan. Hay gente que tiene aprehensión con sentir la tristeza. Tienen la percepción de que si la dejan entrar se van a quedar allí. Pero no tenemos que ponernos nerviosos ni aprensivos por dar lugar a la tristeza; esa no es una experiencia peligrosa. Contactar con nuestras emociones es lo más normal de la vida. La tristeza forma parte de la vida en algunos momentos. Y no se trata de regodearse en la tristeza, sino que le darle un espacio, de contactarla. Ese es un contacto desde la amabilidad y la responsabilidad, desde la aceptación de todos los procesos internos.
Qué hacer ante la aparición de la tristeza
Cuando la tristeza irrumpe en nuestras vidas genera un malestar que puede hacer que intentemos eliminarla a toda costa, huir de ella y esconderla. Con demasiada frecuencia patologizamos sentimientos que son normales, como la pena en respuesta a una pérdida. Intentamos deshacernos del sentimiento demasiado rápido. No obstante, la tristeza puede convertirse también en la detonante de procesos positivos y beneficios en nuestra vida. La tristeza es un mecanismo de adaptación a ciertas situaciones de vida, y conlleva un mensaje útil para nuestro equilibro psicológico.
En lugar de cerrarle la puerta a la tristeza y reprimirla cuando quiere abrirse paso desde nuestro interior, necesitamos permitir que nos permee y nos informe de lo que está aconteciendo de nuestra piel hacia adentro, al mismo tiempo aprovechar su energía e impulso de contracción y recogimiento necesario, para cicatrizar la herida originada por situaciones dolorosas, reorganizar la vida, prestar más atención a la nueva información que nos envía el mundo exterior, revisar nuestras perspectivas de cara a la experiencia vivida.
La tristeza: un acompañante valioso en algunas circunstancias de nuestra vida
La tristeza puede ser una aliada útil en algunos momentos de la vida, como cuando experimentamos pérdidas, separaciones y decepciones importantes. En esas situaciones la tristeza nos prepara y acompaña para tomar contacto con el valor de lo perdido, y generar el estado introspección para procesar esas experiencias.
En situaciones como las descritas la tristeza nos pausa, nos facilita una retirada reflexiva para centrar la atención hacia nuestro interior, y estar más presentes con nosotros mismos. En este estado de re-evalución que nos invita a mirarnos por dentro, podemos hallar paz, adquirir conciencia de nuestros recursos, generar soluciones creativas y, principalmente, atendernos a nosotros mismos. Por tanto, la tristeza es una emoción valiosa, aunque dolorosa, puesto que es el punto de arranque del proceso de aceptación de una realidad que nos daña.
La función de la tristeza es facilitar la introspección y el recogimiento, reduciendo los estímulos del ambiente, facilitando la retirada a instancias internas donde restaurar el ser, reduciendo la atención focalizada en el entorno para centrarla sobre uno mismo.
Beneficios de la tristeza
Fuente: Joseph P. Forgas – School of Psychology, University of New South Wales, Sydney.
- Agudiza las habilidades críticas: Nos vuelve menos crédulas, al potenciar nuestras habilidades críticas. Nos hace más lúcidos a la hora de procesar la información. Conlleva a la búsqueda de salidas diferentes y a prestar más atención a la nueva información del entorno. Reduce la credulidad por estar más escépticos.
- Es de gran ayuda en situaciones difíciles y a la hora de revisar críticamente nuestros propios errores, corregirlos y asegurarnos de no repetirlos.
- Estimula el proceso creativo: Es una señal de alerta que nos permite detenernos a tiempo para cambiar de estrategia, antes de hundirnos en un estado emocional peor y peligroso.
- Mejora la memoria
- Aumenta la capacidad para razonar más clara y lógicamente.
- Aumenta la capacidad de empatía.
¿Cuáles son las principales funciones saludables de esta emoción?
En general:
- Reduce la actividad en todo tipo de tareas: Está asociada con una reducción de la capacidad de atención, que se focaliza hacia dentro. Además, de esta forma se previene el que se produzcan traumas y se facilita la restauración de energía.
- Actuar como una llamada de ayuda: Despierta simpatía y la atención de los demás.
- Nos permite hacer una introspección, tomar distancia ante situaciones dolorosas.
- Facilita centrar la atención en uno mismo.
- Permite atenuar la actividad funcional.
- Nos puede mover hacia la búsqueda de apoyo social.
- Despierta la empatía en el entorno y permite la cercanía de los otros.
- Nos ayuda a comprender el sentir y la emoción en los demás.
- Activa los procesos psicológicos que facilitan superar fracasos, desilusiones o pérdidas.
- Nos ayuda a generar pensamientos alternativos.
- Permite reorganizar nuestras conductas ante los cambios.
A veces consideramos que el antídoto contra la tristeza es la felicidad. Pero al permitir sentir la tristeza podemos encontrar qué es lo que necesitamos en esa situación de pérdida, fracaso, expectativas no cumplidas o desilusión, que pueda contrarrestar esa tristeza, que puede llenar los vacíos que deja la tristeza una vez que la observamos y se vaya disolviendo progresivamente.
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