“Dirigir es un trabajo de personas. Si no estás dispuesto a tratar con la gente, si no tienes el tiempo ni la energía suficientes, no tendrías que estar en el puesto”. Bob Nelson
“La clave del liderazgo siempre ha sido dual: dirección y energía. El liderazgo es un vector; debe tener tanto dirección como energía” (Dean Spitzer). Y ambas dimensiones se necesitan para lograr los objetivos de la organización. Sin energía, la estrategia, aun acertada, pierde efectividad. La dirección sin energía es estéril, y la energía sin dirección es caos.
El líder necesita tener presencia – estar ahí donde ocurren los procesos– para proveer en estos dos aspectos: dirección (visión, propósito, estrategias, alineamiento) y energía (estimulo, entusiasmo, motivación, apoyo).
Estar presente significa estar disponible y atento a las necesidades de las personas, lo cual demanda saber:
- ¿Qué recursos e información la gente necesita para cumplir su trabajo?
- ¿Qué obstáculos se presentan en el cumplimiento de la tarea?
- ¿Qué necesidades tiene la gente?
La presencia se traduce en comunicación cercana
Requiere además mantener una comunicación cercana, que implica una escucha activa y un diálogo con la gente. La presencia se inicia con la intención de escucha real, y se consolida con las conversaciones que se sostiene con la gente. Estar presente demanda también estar dando y recibiendo retroalimentación en cuanto a la ejecución, el desempeño, el cumplimiento de las metas.
La presencia implica involucramiento con la gente
Estar presente como líder significa estar presente con toda su energía, enfoque y atención. Esa actitud es contraria a la presencia nominal. Estar presente significa estar involucrado y participando en la gestión de los procesos al lado de los colaboradores, y conectado con lo que está ocurriendo en el trabajo y con la gente, pues no se lidera a control remoto. Se lidera desde las relaciones que se construyen con la gente. El líder es tan efectivo como fuertes son las relaciones que edifica con su gente.
La verdadera presencia requiere empatía
El factor presencia no se enfoca tanto en el líder, como en el efecto que tiene en los demás. Como líder el valor de tener presencia se traduce en el impacto e influencia que se ejerce sobre la gente. Y si se trata de impacto sobre la gente, es importante entender a la gente; y eso no es posible sin una actitud de empatía hacia la gente, que permita conocer a la gente, ubicarnos en su realidad, y desde allí construir un espacio seguro, de confianza, cercano, de respeto con la gente, que propicie su apertura, así como la accesibilidad de la gente hacia mi como líder.
La presencia conlleva vulnerabilidad
Es muy difícil generar presencia desde una posición de poder o de infalibilidad. No es posible ser un líder auténtico ni efectivo sin estar abierto a ser vulnerable.
Para muchas personas vulnerabilidad equivale a debilidad. Pero vulnerabilidad y debilidad no son la misma cosa. La debilidad está asociada a incapacidad y carencia. La vulnerabilidad tiene que ver con humildad, accesibilidad y autenticidad.
Escondido detrás de la vulnerabilidad está el poder. La vulnerabilidad es un poder, una fuerza que está en cada uno de nosotros, que no tiene como objeto mostrar nuestras deficiencias o errores, sino la capacidad de reconocer con coraje quiénes somos realmente.
La vulnerabilidad permite que la gente se pueda identificar con nosotros lo suficientemente como para que nuestro poder puede salir e impactarlos. La vulnerabilidad hace que nuestro poder esté al alcance de los demás. También hace que se genere la confianza. “Para poder generar confianza en las personas, tienes que ser lo suficientemente vulnerable como para que ellos puedan identificarse contigo de modo que no seas tan distinto que parezcas un extraterrestre. Y tienes que ser lo suficientemente fuerte para que ellos sepan que pueden depender de ti”. Henry Colud
Cuando los líderes son vulnerables son más abiertos emocionalmente, más inclinados a mostrar confianza en los demás, a generar el aprendizaje necesario y cónsono con sus roles, a ser capaces de reconocer sus errores, a tomar más riesgos y manejar mejor sus temores, a aprender a ser más auténticos, lo que les permite construir vínculos más fuertes con su equipo de trabajo y que éste funcione más integrado y mejor. La vulnerabilidad estrecha las relaciones y mejora la conexión emocional.
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