Cómo desarrollar autodisciplina

Arnoldo Arana

Doctorado en Consejería de la Universidad Rhema en Jacksonville, Florida – USA. Maestría en Gerencia de Empresa y Lcdo. en Contaduría Pública. Coach certificado por la ICF. Psicoterapeuta. Escritor y conferencista en liderazgo, coaching y vida familiar.
11 diciembre 2020

El éxito es simplemente la aplicación diaria de la disciplina. Bruce Lee.

Sin disciplina el talento y la genialidad no son suficientes para tener éxito en lo que se emprende. Sin disciplina es muy difícil mantener en el tiempo un esfuerzo hasta lograr resultados. Sin disciplina no hay crecimiento.

La disciplina es hacer lo necesario que se requiere hacer, aun cuando no estemos motivados a hacerlo. No siempre estaremos motivado al logro, por lo tanto, necesitamos aprender a ser disciplinados.

La autodisciplina como dominio propio es la capacidad de sujetar los impulsos y reacciones, gestionando las emociones y los comportamientos. Implica desarrollar la voluntad de sobreponerse a la comodidad de ir con las disposiciones y tendencias naturales (autolimitarse), para provecho propio y de los demás.

El dominio propio es esencial para autorregularse emocionalmente, adquirir o cambiar hábitos, enfocarse en un objetivo hasta alcanzarlo, desarrollar habilidades y destrezas y, en general, desarrollar los cambios necesarios para crecer y avanzar en los emprendimientos envisionados.

La autodisciplina es esencial para aprender

Pero la autodisciplina, también, es esencial para aprender. No olvidemos que disciplina proviene de “discipulus”, derivada a su vez de la contracción de “discere”, aprender, y de “pello”, impulsar. Así, pues, disciplina es “lo que impulsa a aprender”. Más que la idea de sujetarse, es impulsarse y saber organizarse para aprender. El aprendizaje es un pilar esencial para el dominio personal.

La autodisciplina es crucial para mantener el dominio de nuestra vida

Sin autodisciplina no se puede establecer y mantener un rumbo que guíe a la seguridad y estabilidad, y sin estos elementos es muy difícil consolidar un ritmo productivo que facilite el desarrollo del potencial propio.

La autodisciplina constituye la esencia de la autonomía personal que permite guiarnos en la vida por razones distintas a factores externos, sino consiguiendo los agentes causales de la conducta en nuestro interior, lo que nos deja con la percepción de que controlamos nuestra vida, más que el azar, el destino, o personas y circunstancias externas. Desde esta perspectiva, una persona con autodisciplina no es controlada desde afuera, ni gobernada por sus pasiones. En este sentido, la autodisciplina es el camino de la conquista de la libertad de elección.

Desarrollando disciplina personal

Para lograr autodisciplina no basta con hacer acopio de la voluntad (la voluntad tiene límites). Algunas sugerencias útiles para desarrollar autodominio son:

  • Reflexionar sobre nuestras rutinas, hábitos y comportamientos. Sin consciencia de estos elementos es muy difícil desarrollar autodominio. La autodisciplina requiere de autoconocimiento, ya que al conocernos podemos predecir algunas de nuestras conductas frente a determinadas situaciones y podemos controlar los impulsos.
  • Crear hábitos alineados con las áreas en las que queremos cambiar o crecer. La rutina es buena. Crear hábitos es importante, y eso se consigue introduciendo en tu programación del día tareas repetitivas. En la medida que se fortalece el nuevo hábito se requerirá menos voluntad.
  • Practicar la autodisciplina en pequeñas áreas como una forma de fortalecer el músculo del autodominio, para luego enfocarse en áreas más grandes (ir progresivamente de lo poco a lo mucho). Un dicho que resume esta idea es: Piensa en grande, actúa en pequeño. La autodisciplina no exige un esfuerzo enorme y de golpe, sino uno pequeño y constante. Si practicamos el autodominio en cualquier dominio, eso nos ayudará en los demás. Es una forma de entrenar la disciplina.
  • Modificar el ambiente de modo que favorezca nuestra resolución. Se trata de utilizar el ambiente a nuestro favor, en vez de en nuestra contra. Esto se traduce en evitar algunos estímulos que pueden inclinar nuestra voluntad hacia donde no queremos. Aléjate de las tentaciones.
  • Cultivar la gratificación diferida o la capacidad de posponer una recompensa presente por una mayor en el futuro.
  • Practicar la visualización como un medio de programar nuestros comportamientos.
  • Establecer metas específicas y medibles que enfoquen tu esfuerzo y tiempo.
  • Recompensar los logros. Se trata de crear la propia motivación. No esperes que la motivación te llegue, sal a su encuentro.
  • Entrenar la incomodidad. Una de las razones por las que no tenemos auto disciplina es porque huimos de las cosas difíciles e incómodas. Preferiríamos siempre hacer las cosas fáciles, cómodas y familiares.
  • Planificar cómo invertir el tiempo con base a prioridades. Eso evitará que te distraigas y desenfoques en cosas que no te benefician.
  • Practicar la rendición de cuentas. Al disciplinarte a rendir cuentas a otros, desarrollas un contexto de monitoreo, evaluación y apoyo en lo que quieras hacer.

#autodisciplina #dominiopropio

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Arnoldo Arana

Doctorado en Consejería de la Universidad Rhema en Jacksonville, Florida – USA. Maestría en Gerencia de Empresa y Lcdo. en Contaduría Pública. Coach certificado por la ICF. Psicoterapeuta. Escritor y conferencista en liderazgo, coaching y vida familiar.

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