“El lenguaje corporal es el lenguaje de la vida”. Stanley Keleman
El cuerpo es intrínseco al sí mismo
Muchas personas perciben el cuerpo como algo que usamos y no como algo que somos; un mero instrumento al servicio de la psiquis. Esta premisa es incompleta y distorsionada: un dualismo heredado del modelo mecanicista que asimila el funcionamiento de la vida humana al de un reloj.
Esta visión de lo humano concibe el cuerpo como una propiedad o siervo que funciona como una estructura estática al servicio de lo psicológico, dividiendo al ser humano en cuerpo y “yo”, en vez de verlo como un proceso en términos de totalidad. Así cuando nos sucede algo relacionado con el cuerpo, decimos que “algo le sucede a nuestro cuerpo”, y no que “algo me está sucediendo”. La vida, por el contrario, es un proceso continuo de experiencias variadas que fluyen en lo psicológico y en lo corporal. El cuerpo refleja lo psicológico y lo psicológico se manifiesta en el cuerpo.
Cuerpo y mente: una sola entidad
Un cuerpo que contiene los pensamientos que se mueven a través de las sinapsis, y que incluye una anatomía de las emociones, no es un simple objeto o instrumento al servicio de la vida psicológica. Por el contrario, nuestra experiencia corporal es la experiencia de nuestro sí mismo. No es que tengo un cuerpo, sino que mi cuerpo soy yo mismo. El sí mismo es tanto mental como corporal. El cuerpo es intrínseco al sí mismo y forma parte de la totalidad que es el ser humano. Alexander Lowen decía:
“La experiencia del cuerpo es experiencia del sí mismo, igual que el pensamiento, la imaginación y las ideas”.
En esa misma línea de pensamiento comenta Stanley Keleman: “No hay dualismos de mente y cuerpo, energía y materia o energía y cuerpo sino una estructura unificada de la que proceden los sentimientos, la excitación y la actitud psicológica”.
Vivimos en el cuerpo y en la mente. Vivimos no sólo a través de nuestros pensamientos y fantasías, sino también a través del movimiento, del sentir y expresar de nuestro cuerpo. El cuerpo es la base física de nuestra existencia y vivencia en el mundo. Lo que ocurre en el cuerpo afecta a la mente y viceversa. El cuerpo es la base de la experiencia, de las emociones y de los pensamientos.
Tu historia es tu biología
“La vida construye las formas. Estas formas son parte de un proceso organizativo que incluye las emociones, los pensamientos y las experiencias dentro de una estructura”. Stanley Keleman
La forma de la persona, a que se refiere Keleman, incluye el cuerpo, y es moldeada a lo largo de la vida (sobre todo en los primeros años de vida) por las experiencias: desafíos, exigencias, relaciones, circunstancias de vida, traumas de vida, frustración de necesidades básicas, etc., que dejan sus huellas en el organismo. De esta forma se cumple la frase acuñada por Caroline Myss “Tu biografía se convierte en tu biología”. Nuestra biografía determina nuestra arquitectura somática, definiendo una caracterología, base de nuestra emocionalidad, nuestra dinámica cognitiva y existencial. Esa forma representa el mejor ajuste creativo que la persona desarrollo para adaptarse a las exigencias y tensiones del entorno.
La biografía, pues, deja su impronta. Esa huella está profundamente arraigada en la personalidad de cada individuo. W. Reich decía: “Ponga sus manos sobre el cuerpo, y habrá tocado el inconsciente”. Es como decir que el inconsciente está grabado en el cuerpo. Sigmund Freud también lo confirma al expresar: “El yo es ante todo un yo corporal“.
El cuerpo: un proceso dinámico
Esa historia congelada como carácter es historia solidificada en el cuerpo, que predispone a una forma de ser y estar en el mundo. En el lenguaje de W. Reich se convierte en un acorazamiento. En lenguaje de Keleman se convierte en una arquitectura somática que se constituye en la anatomía de las emociones. Esa forma se expresa con un lenguaje organísmico característico: tono muscular, emociones, movimientos del cuerpo, respiración, hipoactividad, hiperactividad, pulsación básica, etc.
Ahora, esa forma no es una estructura estática, sino un proceso dinámico. El cuerpo es un proceso vivo, auto organizado y autorregulado. “El cuerpo es más plástico, móvil y capaz de reorganización de los que pensamos…el cuerpo habla el lenguaje del cambio y puede aprender a reorganizarse” (Stanley Keleman).
El lenguaje interno del cuerpo
“El cuerpo, nuestro cuerpo, el que no siempre habitamos. Él nos habla de nosotros, nos cuenta de nuestras flaquezas, protesta cuando no lo oímos – algo frecuente”. Silvina Gimpelewicz
A veces entramos en contradicción con nuestro cuerpo, por tenerlo alienado; pero cuando fluimos a través de él, la vida fluye y se llena de significado y dirección. Al respecto comenta Silvina Gimpelewicz: “Cuando nos comunicamos a través de él no hay interferencias, no hay posibilidades de manipular palabras. El cuerpo no engaña, no distorsiona, se muestra tal cual, incluso a nuestro pesar”.
Dice Manuel Barroso: “El cuerpo nos acompaña sin mentiras”. Nuestro ego se expresa a través nuestro cuerpo, por lo que, si aprendemos a leer ese lenguaje, lograremos mayor competencia para integrar nuestras experiencias, vivir con más conciencia y aprender a ser más congruentes con nuestras necesidades.
Entender nuestro cuerpo es entender nuestro ego
Necesitamos, entonces, desarrollar más conciencia sobre nosotros mismos a través del cuerpo, para lograr así una mayor comprensión de nuestro ego. El cuerpo constituye un vasto territorio que ofrece enormes oportunidades y posibilidades para el desarrollo de una mayor conciencia de nuestro sí mismo. En este sentido comenta Lisbeth Marcher: “Las sensaciones corporales proveen una base para el ego del cuerpo, y por ende para toda la conciencia”. Nuestras formas corporales, pues, constituyen una referencia insustituible de nuestro yo somático, que a su vez se convierte en el fundamento físico de nuestra identidad personal y del autoconocimiento.
“Comprender nuestro cuerpo es comprendernos. Conocerlo más nos posibilita ampliar nuestro lenguaje no verbal, descubrir formas de relacionarse placenteras, expresar nuestras emociones y sensaciones solo con una mirada, un contacto, una caricia”. Silvina Gimpelewicz.
Por el contrario, “mientras más hemos separado nuestra identidad de la propia expresión corporal más cosas parecen sucedernos: nos sentimos fragmentados, fuera de control…cuando una persona aliena lo que es orgánicamente suyo desorganiza su funcionamiento vital”. Silvina Gimpelewicz.
En la medida que reconocemos, comprendemos y respetamos nuestros procesos corporales, en esa misma medida aprenderemos a descifrar (sentir) los procesos del cuerpo, y podremos entender cómo éstos están ligados a nuestras emociones, pensamientos y percepciones, y de esta forma, como dice Stanley keleman:
“Aprender cómo influenciar nuestra propia organización somática”.
Escuchando el lenguaje del cuerpo
“A pesar de llevar tantos años viviendo dentro de nuestros cuerpos, cuando algo falla, tenemos la impresión de estar viviendo dentro de un completo extraño”. Deb Shapiro
Cada cuerpo, así como cada voz de persona, tiene un lenguaje singular y propio, una forma característica de expresarse. Así, por ejemplo, cada persona tiene una forma de resentir y manifestar el estrés: malestares estomacales, o dólares de cabeza, o dolores de espalda, etc.
Cuando nuestra vida no está fluyendo con congruencia, hay una sabiduría innata en nuestro cuerpo para expresar nuestras necesidades insatisfechas, conflictos latentes, emociones reprimidas, etc. El cuerpo es un testigo fiel de cómo estamos viviendo. Podemos engañar nuestra mente, o distraer nuestro intelecto, pero como dice Manuel Barroso “nuestro cuerpo no acompaña sin mentiras”. Dice también el Dr. Nelson Torres que “el cuerpo grita lo que la boca calla”. “El cuerpo no engaña, no distorsiona, se muestra tal cual, incluso a nuestro pesar” (Silvina Gimpelewicz). Nuestro cuerpo grita una verdad que muchas veces preferimos callar, que preferimos no escuchar: cuando no es la gripe que chorrea, es el dolor de garganta que tapona, o el estómago que arde, o nuestro abdomen que engorda, o la neuritis intercostal que oprime, o nuestra piel que se brota, o las alergias que nos invaden, o los oídos que nos zumban, o la espalda (cervical / lumbar) que nos aqueja, o la cabeza que nos aturde, o los huesos y las articulaciones que nos duelen, o los músculos que se contraen y duelen, o la respiración que nos aprisiona.
El cuerpo nos habla a través de las emociones
A veces nuestro cuerpo elige no hablarnos a través de nuestros órganos, vísceras, huesos y músculos, sino que nos habla por el lenguaje de las emociones. Entonces puede invadirnos la ansiedad, o la depresión, o la angustia cuando no estamos fluyendo con nosotros mismos. Este lenguaje puede ser más difícil de entender; puede parecer demasiado abstracto. Puede que no sepamos qué hacer o cómo manejar la tristeza, o el miedo, o la frustración e impotencia.
El cuerpo también nos habla a través de los síntomas, que son como precursores de la enfermedad. Al respecto dice Manuel Barroso:
“Detrás de los síntomas está la enfermedad”.
El cuerpo nos habla mediante los síntomas. Los síntomas nos dicen que algo está pasando en nuestro cuerpo, tanto por la naturaleza del síntoma como por los efectos que tiene y por los cambios que implica. Según Deb Shapiro, la palabra síntoma procede de las palabras griegas syn, que significa “junto”, y piptein, que significa “caer”. Dicho con otras palabras, son los desajustes, dificultades o conflictos que pueden estar presentes durante días, meses e incluso años, hasta que acaban “cayendo juntos” y creando un síntoma.
Los síntomas: un lenguaje elocuente del cuerpo
Los síntomas son un lenguaje que el cuerpo utiliza para dar una voz de alerta. Proceden de todo el cuerpo con mensajes que hablan de lo que está pasando de la piel hacia adentro. “Es como una puerta que se abre a tu interior” (Deb Shapiro). Jacques Lacan los define como “palabras atrapadas en el cuerpo”. Esta perspectiva nos dice que podemos aprender mucho de nosotros mismos, al escuchar los síntomas, lo cual supone escuchar al mensajero (síntoma) en lugar de matarlo (extirparlo, sedarlo – calmarlo, suprimirlo, silenciarlo). Los síntomas nos hablan de nosotros mismos, nos cuenta de nuestros temores, flaquezas e incongruencias. Nos hablan de nuestra historia de vida. Como dice Deb Shapiro “un síntoma nunca es un hecho aislado”. Se da en un contexto y obedece a unos antecedentes.
El cuerpo siempre tiene algo relevante que revelarnos acerca de nosotros mismos, si tenemos la disposición a escucharlo… si le permitimos expresarse. Cuando le escuchamos, entonces, rebosamos de vitalidad, significado y congruencia; también agregamos salud a nuestras vidas.
Congruencia en la comunicación con el otro a través del respeto del lenguaje no verbal
Mayormente nos expresamos a través del lenguaje no verbal.
El lenguaje no verbal es la más pura expresión de nuestra realidad interna.
Comunicamos más con nuestro lenguaje no verbal que con nuestras palabras
Por lo tanto, una mayor conciencia de nuestra corporalidad nos brinda una mayor congruencia en la interacción con los demás, imprimiéndole profundidad, autenticidad y efectividad a nuestra forma de comunicarnos. Al respecto dice John Steven:
“A menudo el mensaje real, la expresión honesta, sincera, se encuentra en la misma voz, en el tono, el volumen, la velocidad, las vacilaciones, etc.”
Dicen los expertos que el noventa y tres por ciento de la comunicación es no verbal (38% entonación y 55% postura y actitud el cuerpo), y que sólo el siete por ciento es verbal. Comunicamos mayormente a través de nuestro lenguaje no verbal, estemos o no conscientes. En la medida que estamos más conscientes de nuestro lenguaje no verbal, somos más congruentes y evitamos caer en el doble mensaje que ocurre cuando lo que verbalizamos es inconsistente con los que expresamos a través del lenguaje no verbal.
Al fin y al cabo, son estas señales (lenguaje no verbal) las que dan sentido a las palabras, o; por el contrario, crean disonancia con ellas. Al respecto comenta Nancy L. Van:
“La conducta no verbalizada supera el impacto de las palabras cuando están fuera de sincronía entre sí”.
El cuerpo expresa nuestras emociones
Por otra parte, comunicamos las emociones no en forma directa, sino a través del movimiento, la postura y actitud del cuerpo, el contacto físico, el silencio, las pausas y vacilaciones. Agrega el propio Goleman:
“El 90% o más de un mensaje emocional es no verbal”.
En ocasiones se produce una disonancia entre el lenguaje verbal y el lenguaje no verbal. Una cosa es lo que se dice con las palabras y otra es la que se expresa a través de la mirada y brillo de los ojos, del tono y ritmo de la voz…del silencio en el momento que ocurre.
Entonces cuando las verdaderas motivaciones y necesidades no son expresadas y la comunicación verbal es utilizada para un fin diferente a la conexión y comunicación con el otro, ocurre que la entonación, ritmo y pausas de la voz, la actitud física y los movimientos del cuerpo, delatan y expresan lo que realmente está ocurriendo. Dice John O. Stevens:
”Todo lo que no sea expresado de modo abierto busca expresarse de alguna otra manera”.
La autenticidad del lenguaje corporal
En todo caso el lenguaje corporal es más auténtico y real que el lenguaje verbal, que muchas veces es utilizado para racionalizar, disimular, enmascarar y camuflar las verdaderas realidades: necesidades, intenciones, motivaciones, estados de ánimo, etc.
Por el contrario, el lenguaje del cuerpo se expresa con más espontaneidad y sinceridad. El lenguaje del cuerpo no miente. Dice también Erwin Goffmann:
«Una persona puede dejar de hablar, pero no puede dejar de comunicarse con su cuerpo. Con él puede decir verdades o mentiras, pero no puede dejar de decir algo”.
Eso es así porque el cuerpo no miente: es el espejo de nuestra alma.
Agrega Gunther Rebel:” El gesto es expresión directa e irrepetible de la personalidad”. El lenguaje no verbal pone de manifiesto nuestra verdad delante de los otros.
El verdadero mensaje se halla oculto en el lenguaje no verbal. Al respecto comenta John O. Stevens: “Nuestras expresiones no verbales son habitualmente mucho más honestas que nuestras palabras y frecuentemente hay una gran discrepancia entre ambas”. Una persona podría, por ejemplo, decirle a otra que no está disgustada, pero su ceño fruncido y su tono de voz, pueden decir lo contrario. O expresar complacencia a través de las palabras, mientras sus hombros se movilizan hacia atrás y sus manos hacen pequeños ademanes de rechazo.
Todo esto nos dice que en la medida que reconocemos, respetamos y buscamos congruencia en nuestra comunicación al fluir con lo que estamos sintiendo a través del cuerpo, ganamos en congruencia personal y efectividad comunicacional con el otro.
Bibliografía:
- Keleman Stanley, Anatomía Emocional, Desclée, 2008.
- Keleman Stanley, La Experiencia Somática, Desclée, 1997.
- Lowen Alexander, El Proceso Corporal, Editorial el Manual Moderno, 1992.
- Myss Caroline, Anatomía del Espíritu, Zeta, 2006.
- Marcher Lisbeth, Despertando en Ego del Cuerpo.
- Barroso Manuel, Autoestima: Ecología o Catástrofe. Editorial Galac.1988.
- Steven John, Darse Cuenta. Cuatro Vientos Editorial, 1976.
- Goleman Daniel, Inteligencia Emocional.
- Van Nancy, Como hablar para que su pareja escuche y como escuchar para que su pareja hable, Selector, 1989.
- Davis, Flora, La comunicación no verbal, Madrid, Alianza Editorial, 1984.
- Rebel Gunther, El lenguaje Corporal, Improve, 2007.
- Gimpelewicz Silvina, Psicología On Line.
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