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El liderazgo se contagia: el poder de aprender con otros

Liderar no es una hazaña solitaria. Aunque la imagen popular del líder suele pintarlo como una figura fuerte y autosuficiente, la realidad es otra:

Los mejores líderes han sido formados, influenciados y acompañados por otros líderes.

Detrás de cada persona que lidera con madurez, suele haber una red de relaciones significativas que catalizaron su desarrollo: colegas desafiantes, mentores inspiradores, jefes coherentes, coaches habilitadores.

Aprender a liderar implica observar, modelar, conversar, ensayar, equivocarse y volver a intentar… muchas veces en compañía. Las investigaciones lo respaldan. Según Ely, Ibarra y Kolb (2011), el liderazgo efectivo se desarrolla en contextos relacionales que permiten experimentar nuevas conductas, recibir retroalimentación y reformular la identidad propia como líder. A su vez, Bandura (1977) introdujo el concepto de aprendizaje social, que sostiene que gran parte del comportamiento humano se aprende por observación de modelos.

Este artículo explora cómo las conexiones interpersonales dentro de una organización pueden convertirse en el terreno fértil donde el liderazgo no solo se enseña, sino que se contagia, se modela y se encarna.

Nadie lidera solo: la fuerza del acompañamiento

El liderazgo florece más rápido cuando se cultiva con otros.

Los entornos organizacionales que promueven relaciones de desarrollo entre líderes —pares, mentores, coaches o jefes habilitadores— multiplican exponencialmente la velocidad y profundidad del aprendizaje. No se trata solo de compartir conocimiento, sino de habilitar espacios de reflexión, vulnerabilidad, retroalimentación y desafío constructivo.

Según el Center for Creative Leadership (2021), las experiencias de desarrollo más transformadoras para líderes incluyen relaciones significativas con otros que los acompañan, retan y empujan a dar lo mejor. Un coach que sabe escuchar, un par que ofrece feedback honesto, un jefe que delega con confianza… todos estos vínculos aceleran el crecimiento.

¿Con quiénes te estás desarrollando como líder y a quién estás ayudando a crecer en liderazgo?

Modelos vivos: aprender viendo, no solo leyendo

Más que palabras, el liderazgo se transmite con la piel.

Aunque los libros de liderazgo inspiran, las personas aprendemos más profundamente por imitación de modelos reales, cercanos, tangibles. El aprendizaje implícito —aquel que no se enseña directamente, pero se absorbe observando— tiene un peso enorme en el desarrollo del liderazgo. Así lo demostró Bandura en sus estudios sobre modelado: imitamos actitudes, reacciones, decisiones y estilos, muchas veces sin darnos cuenta.

Por eso, el rol de los líderes senior en la organización es clave: ellos no solo guían, también enseñan sin saberlo. Cada decisión que toman, cada conversación que sostienen, cada crisis que enfrentan, está siendo observada y absorbida por otros. Lideran con su ejemplo, para bien o para mal.

¿Qué estás modelando con tus decisiones, tus reacciones y tu forma de vincularte con los demás?

Relaciones que forman identidad: del espejo al crecimiento

Los otros no solo nos acompañan; también nos reflejan y nos transforman.

Las relaciones significativas nos ayudan a conocernos, ampliar nuestra perspectiva y descubrir aspectos de nosotros mismos que solos no veríamos. Un mentor que nos ve con más potencial del que creemos tener. Un colega que nos confronta con nuestras incoherencias. Un jefe que nos confía un desafío que tememos asumir. Todas estas interacciones forman parte del relato de liderazgo que construimos sobre nosotros mismos.

En su teoría de identidad de liderazgo, Herminia Ibarra (2003) propone que los líderes no solo actúan, sino que van construyendo su sentido del “yo líder” al probarse en distintos contextos y al recibir validación (o desafío) de los otros. El liderazgo se forma en la interacción, no en el aislamiento.

¿Quiénes han sido tus espejos en el camino de liderar, y qué parte de ti te han ayudado a descubrir? 

Cultivar redes de desarrollo: construir una cultura de liderazgo compartido

Una organización crece en liderazgo cuando todos se convierten en desarrolladores de otros.

Más que depender de programas formales, el verdadero desarrollo del liderazgo se democratiza cuando toda la organización actúa como un espacio formativo vivo. Esto implica fomentar redes de mentoría, culturas de feedback, espacios de co-aprendizaje, conversaciones significativas y una mentalidad de liderazgo compartido. Cada interacción puede ser una oportunidad de desarrollo si se la habita con conciencia.

Según estudios del Harvard Center for Public Leadership (Gergen, 2014), las culturas organizacionales más efectivas en formar líderes son aquellas donde el aprendizaje ocurre transversalmente: líderes que forman a otros líderes, a través del ejemplo, la relación y la experiencia compartida.

¿Tu organización está diseñando estructuras relacionales que habiliten el crecimiento de nuevos líderes?

Conclusión 

El liderazgo se transmite. Se contagia. Se modela. Y se vive, en compañía. Si queremos líderes sólidos, humanos y efectivos, no basta con enseñar conceptos; necesitamos generar entornos relacionales donde la experiencia, el modelaje y la interacción se conviertan en escuela. Porque al final, el liderazgo no se aprende de un libro. Se aprende de otro líder que se atrevió a serlo delante de ti.

 

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