Anatomía de un coleccionista de agravios

Arnoldo Arana

Doctorado en Consejería de la Universidad Rhema en Jacksonville, Florida – USA. Maestría en Gerencia de Empresa y Lcdo. en Contaduría Pública. Coach certificado por la ICF. Psicoterapeuta. Escritor y conferencista en liderazgo, coaching y vida familiar.
1 mayo 2020

¿Quién no ha convertido alguna vez los sucesos cotidianos en insoportables y los eventos triviales en desmesurados? Amargarse la vida es muy fácil. Pero desarrollar el arte de amargarse la vida de manera sistemática y consistente demanda cierto aprendizaje, muchas veces inconsciente y, las más, de manera consciente”. Paul Watzlawick

El coleccionista de agravios es un experto en el arte de amargarse

Cualquiera puede amargarse por un resultado adverso; pero amargarse la vida sistemáticamente es un oficio que se aprende, una habilidad que requiere ser trabajada, una competencia que debe ser instalada. En este asunto de sufrir ofensas, desaires y perjuicios el coleccionista de agravios se ha hecho un experto; ha perfeccionado el amagarse al punto de convertirlo en un arte.

El coleccionista de agravios (ofensas, desaires) es un amargado crónico

Para esta persona vivir amargada, con rencor, cargando agravios, se ha convertido en una forma de ser y estar en mundo, caracterizada por el mal humor constante, el rencor, la intolerancia y la amargura de espíritu. Viven con rencor como un mecanismo para no olvidar las heridas y caer en la tentación de confiar nuevamente. El rencor alimenta las raíces de amargura, incapacitándole para perdonar.

Algunos han sido capaces de llevar la empresa de amargarse demasiado lejos, hacia límites insospechados y niveles difíciles de creer, imaginar, o emular; son los campeones de la amargura. Éstos son personas expertas en el arte de amargarse; maestros diestros, como dice Paul  Watzlawick, en convertir lo cotidiano en insoportable y lo trivial en desmesurado. Aún los sucesos más triviales pueden parecer de dimensiones épicas, con tal de terminar amargándose la vida.

Algunos coleccionistas de agravios han logrado desempeños excepcionales, dignos de reconocimiento del libro de record de Guinness. Éstos han perfeccionado tanto la técnica para amargarse, que son capaces de generar la desdicha y el fracaso en el retiro total de su propia cabeza, sin que medie ningún tercero.

La amargura es una enfermedad del alma que conlleva a la infelicidad. Les roba, además, a las personas el gozo y la alegría de vivir, les priva del enamoramiento y la alegría por la vida. Les resta entusiasmo para los emprendimientos en la vida. La amargura empobrece espiritualmente; les impide a las personas crecer a través del contacto nutritivo con otros.

¿Cómo podemos identificar a un coleccionista de agravios?

Veamos algunas de sus manifestaciones conductuales:

  • Constantemente se siente víctima de alguna persona o situación.
  • Con frecuencia ve la vida con pesimismo.
  • Muchas veces se siente excluido de algún grupo.
  • Le cuesta asumir la responsabilidad por lo negativo que sucede en su vida; o peor aún, le cuesta reconocer lo positivo que ocurre en su vida.
  • Con frecuencia se siente incomprendido y no tomado en cuenta.
  • Tiende a magnificar y personalizar los desacuerdos y discusiones con otras personas.
  • Comúnmente se siente abrumado y agobiado por las circunstancias.
  • Rara vez o casi nunca piden retroalimentación de las percepciones de otras personas.

A estas alturas hay una pregunta obligada que me gustaría volver a hacerte: ¿Eres un coleccionista de agravios?

Enfrentando la manía de sentirse agraviado

Este oficio de andar por la vida recogiendo y coleccionando agravios, crea un tipo de individuo difícil de sobrellevar para el resto de las personas; una compañía con quien nadie quiere estar, un huésped no deseado; un no-invitado con quien la mayoría de las personas no quiere compartir, trabajar o estudiar. Este tipo de persona crea mucho conflicto, ambigüedad e incertidumbre en las relaciones con otros, por ser tan difícil de descifrar y de sobrellevar.

Si eres un coleccionista de agravios necesitas forzarte a mirar “los agravios” cara a cara. Las personas no son normalmente duras e injustas, o indiferentes e insensibles, ni las circunstancias están permanentemente confabuladas en contra suya. Se necesita de mucha fortaleza de espíritu para encarar los agravios, confrontando y validando con las personas sus percepciones. Los desdenes o desaires aparentes se deben casi siempre a inadvertencia, preocupación o simple incultura, más que a motivaciones incorrectas o malos deseos.

Las ofensas y los agravios son un pesado equipaje difícil de llevar. Cargar por largo tiempo esa mochila de “oprobios e injusticias” desgata y agobia el alma. Si eres es un coleccionista de agravios, necesita tomar un descanso, darte tregua. Necesitas liberarte de ese equipaje.

Si eres un coleccionista de agravios, te invito a justipreciar el agravio y luego echarlo por la ventana. No lo guardes en una urna para luego recrearte contemplándolo.

Para reflexionar:

  • ¿Tiendes con frecuencia a sentirte como la víctima?
  • ¿Te sientes con cierta frecuencia incomprendido y no tomado en cuenta?
  • ¿Tiendes a amargarte con facilidad?

#agravios #coleccionista #amargura #victimización

Serie: El coleccionista de agravios

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Arnoldo Arana

Doctorado en Consejería de la Universidad Rhema en Jacksonville, Florida – USA. Maestría en Gerencia de Empresa y Lcdo. en Contaduría Pública. Coach certificado por la ICF. Psicoterapeuta. Escritor y conferencista en liderazgo, coaching y vida familiar.

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