Diferenciando el dolor del sufrimiento

Arnoldo Arana

Doctorado en Consejería de la Universidad Rhema en Jacksonville, Florida – USA. Maestría en Gerencia de Empresa y Lcdo. en Contaduría Pública. Coach certificado por la ICF. Psicoterapeuta. Escritor y conferencista en liderazgo, coaching y vida familiar.
9 septiembre 2023

El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional.

Hay una diferencia entre el dolor y el sufrimiento.

El dolor es real, el sufrimiento, aunque puede sentirse muy real, es más una construcción psicológica. El sufrimiento está más en el mundo de las representaciones mentales. Hay una diferencia, por ejemplo, entre el trauma y la representación del trauma. En un trauma se sufre, nos dolemos, nos entristecemos. Pero si lo manejamos bien, y contamos con el apoyo necesario, y tenemos la posibilidad de reflexionar, sufrimos en lo real, pero pronto dejamos de sufrir en la representación de lo real. Pero si nos quedamos solos, y no nos manejamos adecuadamente, o lo negamos, nos podemos quedar anclados en la desgracia, la victimización; y así agravamos el sufrimiento, al percibir el dolor en forma amplificada y exacerbada.

El dolor es una vivencia identificable, tangible

Es un fenómeno concreto que está presente de manera real para quien lo padece. Y por dolor no nos referimos solamente a dolor físico, proveniente de una lesión o enfermedad; sino también dolor psicológico, como el de un corazón roto por una ruptura de una relación, o por la pérdida de un ser querido, o por un traspiés económico. Cada uno de nosotros aprende el significado de la palabra “dolor” a través de su experiencia personal, originado por diferentes causas. El dolor es un aprendizaje personal, una sensación, que evoca una emoción, que es molesto y desagradable.

El sufrimiento tiene que ver con nuestra reacción y actitud ante el dolor

Pero el sufrimiento depende de nuestra reacción y manejo del dolor. En muchos casos el dolor se convierte en sufrimiento, por la incapacidad para manejar la incertidumbre del futuro, por la angustia que acompaña el vacío y falta de sentido, por la falta de propósito, por la insatisfacción de la vida, por el remordimiento de acciones no subsanadas, por la preocupación por cosas por las que no se tiene control, por la culpa neurótica.

El sufrimiento, pues, se ubica y se alimenta en un tiempo y espacio distintos al momento presente. Generalmente sufrimos por lo ya ocurrido o por lo que creemos que ocurrirá en un futuro, también se sufre por la manera en que la vida es interpretada por cada quien, distorsionando muchas veces la realidad. En este caso, el sufrimiento siempre es alimentado por los pensamientos y, a diferencia del dolor, es subjetivo.

¿Lo desagradable que podemos estar experimentando en este momento, es dolor o sufrimiento?

La primera diferencia entre dolor y sufrimiento es, pues, su origen. El dolor es una reacción natural ante un suceso inesperado y desagradable, como cuando fallece un ser querido, o perdemos una relación importante, o quedamos desempleados, o experimentamos un agravio u ofensa. Sin embargo, será una emoción con la que podremos lidiar sin mayores dificultades.

En cambio, el sufrimiento es un estado que nosotros creamos al resistirnos al dolor. Nos incomoda lidiar con emociones negativas y por eso nos resistimos a ellas. Tratamos de eliminarlas lo más rápidamente posible y, al no lograrlo, surge el sufrimiento. Así podemos añadir, vale decir, llevar o soportar un peso, una mochila que duele. En ese sentido, la palabra sufrir viene del verbo «sufferre» que quiere decir llevar o soportar. De esta forma, en ocasiones, sufrimos innecesariamente.

¿Habremos convertido nuestro dolor en sufrimiento innecesario?

Dolor y sufrimiento pueden ser dos caras de una misma moneda: uno nos fortalece; el otro, nos destruye.

Hay una frase de dice: “Lo que no te mata te hace más fuerte”. Eso si lo procesamos adecuadamente.

El dolor nos fortalece en tanto que nos permite hacer una retrospectiva de nuestras acciones y redirigir nuestro rumbo. Además, nos muestra que somos capaces de afrontar el cambio y los contratiempos, aumentando así nuestra efectividad.

Pero cuando nos sumimos en el sufrimiento, nos sentimos víctimas injustamente tratadas por la vida e incapaces de controlar lo que sucede. Esto únicamente nos lleva a sentirnos débiles, impotentes y vulnerables. El sufrimiento nos destruye.

El dolor es genuino, natural, legítimo y necesario para vivir y seguir. El sufrimiento en cambio, es una elección. Incluso a veces es una posición de vida. Una manera de mostrarse ante los demás. El sufrimiento puede durar toda la vida, aunque el hecho que lo provocó ya haya pasado.

 Y como dijo Bert Hellinger:

“Sufrir es más fácil que actuar”.

Por eso algunas personas se anclan en el sufrimiento, en vez de afrontar los problemas. Sí aceptamos el dolor, dándole un espacio y responsabilizándonos de él, podemos ahorrarnos el sufrimiento de más.

¿En nuestro día a día elegimos actuar o sufrir?

Arnoldo Arana

Doctorado en Consejería de la Universidad Rhema en Jacksonville, Florida – USA. Maestría en Gerencia de Empresa y Lcdo. en Contaduría Pública. Coach certificado por la ICF. Psicoterapeuta. Escritor y conferencista en liderazgo, coaching y vida familiar.

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