La forma de ser efectivo en el trabajo y en la vida, conservando el balance entre las distintas áreas de la vida, no es trabajando más, sino trabajando mejor. Arnoldo Arana
¿Mantengo todas las áreas vitales de mi vida en equilibrio?
El éxito debe ser balanceado. No podemos considerarnos una persona exitosa solo si nuestra empresa marcha de maravilla, pero nuestra familia es un fracaso o la salud es un desastre.
Necesitamos aprender a vivir con equilibrio nuestras vidas. Esto se consigue integrando nuestra vida. La clave para equilibrar nuestras prioridades radica en aprender a integrar nuestra vida. Por ejemplo, realizar ejercicio con los hijos. Esto contribuye a cuidar la salud y compartir vida familiar. Lo que optimiza el tiempo y el esfuerzo.
El éxito en la vida reside en saber equilibrar nuestras prioridades y aprender a colocarlas en orden de importancia. Una vida fragmentada es una vida disfuncional y poco efectiva. Si no logramos integrar todas las áreas de nuestra vida, viviremos en forma incompleta y con insatisfacción permanente. Cada una de las áreas de nuestra vida deben estar en equilibrio e integradas: vida espiritual (fe, relación con Dios), vida física (salud, recreación, descanso), familia (paternidad, matrimonio), trabajo (negocios, profesión), finanzas (mayordomía, recursos) y relaciones (amistades, participación comunitaria, servicio social, interdependencia en las relaciones interpersonales).
¿Qué tan equilibrada esta mi vida?
La figura de un rompecabezas ilustra interesantemente la vida. En algunas personas – las personas exitosas – cada una de las piezas encaja en el lugar que le corresponde. La imagen que se ve es la de un rompecabezas completado, integrado. Esta metáfora equivale a una vida integrada, completa y en equilibrio. Pero, a veces, nuestra vida se puede parecer a un rompecabezas a medio armar, con muchas piezas regadas, sin ubicación. La imagen que se ve es la de una figura incompleta; una vida fragmentada y sin equilibrio.
Equilibrando roles y áreas vitales
Nuestras prioridades giran alrededor de nuestros roles en cada una de estas áreas: trabajador, padre o madre, esposo (a), amigo (a), colega, empresario (a), vida espiritual. Estos roles, en muchos casos, están en desequilibrio. Puede que dediquemos muchas horas al día a nuestra actividad laboral, y descuidemos nuestro rol de esposo (a) o padre/madre. A veces nos agotamos trabajando tanto al punto de descuidar nuestra salud. A veces perdemos el sentido de proporción y equilibrio.
Lo cierto es que la falta de equilibro conduce a la disfuncionalidad. Para ser eficaz se necesita ser equilibrado, porque del equilibrio saldrá la fuerza impulsora para cumplir los diversos roles. El desequilibrio en un área afecta el equilibrio y la funcionalidad en las otras áreas.
Equilibrio dinámico o equilibrio estático
Por otra parte, equilibrio no significa vivir en un estatus quo, o desarrollar una mentalidad de “mantener las cosas como están”, permaneciendo reacios al cambio. Ron Jenson habla de dos clases de equilibrio: uno estático y otro dinámico. El equilibrio estático, carece de dinamismo; es pasivo y reactivo; es cerrado al cambio. Mientras que el equilibrio dinámico es activo; busca la adaptación; es abierto al cambio.
Busca realizar actividades que te permitan realizar más de un rol o cubrir más de un área a la vez.
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