«Donde no hay visión, la gente perece». Proverbios 29:18
Pensar en forma estratégica significa algo más que estar alerta ante las oportunidades que se nos presentan. Se necesita tener un fin determinado, un claro sentido de propósito; una visión clara: sentido de dirección de hacia dónde se quiere avanzar. Se necesita también una actitud de apertura al cambio. La orientación estratégica está asociada a la gestión del cambio.
Dice un dicho “sin visión no hay ocasión”.
El elemento clave que mueve la mente del estratega es la visión proyectada a largo plazo, es su percepción de la organización en el futuro.
El estratega diseña con proactividad el futuro de la organización
La mente del estratega siempre tiene planes para el futuro, constantemente están visualizando opciones y evaluando escenarios, porque tienen un propósito claro, articulado en objetivos definidos, lo que le permite anticiparse a la toma de decisiones, al determinar las acciones necesarias hoy que afectarán el futuro de la organización, “porque el futuro pertenece a aquellos que toman las decisiones hoy” (Eaton Corporation).
La visión estratégica es más que cuentas y planes
Desarrollar un enfoque estratégico no significa llenarnos de cuentas y análisis rigurosos, aunque el análisis es necesario, sino más bien de adoptar un estado mental flexible y abierto al cambio. Es llenarnos de una perspectiva real del cambio que está operando en el entorno y en la organización; Y desarrollar la capacidad de ver los obstáculos que se pueden presentar, las posibilidades ocultas y las diferentes opciones por las que se puede optar, lo que requiere también desarrollar la capacidad de visualizar e imaginar con creatividad los pasos requeridos para alcanzar los objetivos planteados. Este es un proceso más intuitivo que racional, un proceso que va más allá del ámbito consciente y meramente analítico.
Mentalidad estratégica
Como dice Kenichi Ohmae, en relación con el mundo empresarial: “… Las estrategias de negocios que llegan a tener éxito no provienen de un riguroso análisis, sino más bien de un particular estado mental”.
La estrategia no es solamente cuestión de utilizar adecuadamente los métodos de planificación, pronósticos y proyección. En tal sentido, deberíamos preguntarnos: ¿dónde nace y se desarrolla la visión estratégica? Nace en el corazón del estratega. Es fruto de su dinámica interna, de cómo percibe la realidad, de cómo se movilizan sus emociones, de cuáles son sus percepciones, de cuáles son sus mapas, de cuáles son talentos dominantes.
La visión de líder estratega está matizada por su conocimiento – aprendizaje, su experiencia, su motivación, su intuición, sus mapas, su cosmovisión de la vida, su carácter y por la conciencia que tiene en sí mismo de lo que está ocurriendo en el entorno, en la organización donde lidera o gerencia, y dentro de los límites de sí mismo. Todos estos elementos configuran el ambiente interno en el que florece o se marchita la visión, y en donde se construyen las estrategias o se obstaculiza el proceso de definición estratégica.
Por otra parte, desarrollar una mentalidad de estratega supone cultivar el hábito de pensar en forma estratégica, al punto de que se constituya en una actitud de vida, una forma de ser y estar en el mundo. Es necesario hacer de la estrategia un hábito. Como dice Kenichi Ohmae:
“Es una disciplina diaria y no un recurso que puede dejarse en hibernación durante las épocas tranquilas y despertarse cuando surge una emergencia”.
La estrategia es más que un recurso o una metodología: Es una forma de pensar
Ver la estrategia como un recurso o metodología para abordar “situaciones de crisis” o apagar fuegos inesperados, equivale a actuar reactivamente; pero el estratega no improvisa, no reacciona, no vive en “automático”, por inercia, según el dicho “como vamos viendo, vamos haciendo”, sino que actúa con proactividad, con intencionalidad, más aun, con mentalidad de oportunista, o como dice Peter Drucker: “oportunista con propósito”.
Lo vertiginoso y complejo del cambio no deja lugar para las improvisaciones. La falta de previsión y sentido estratégico puede resultar un error demasiado costoso, un lujo muy caro en estos tiempos de cambio permanente.
Al respecto dice Peter Drucker: “estar sorprendido con lo que ocurre es un riesgo muy grande para tolerar”, sobre todo en un mundo tan complejo, competitivo y cambiante.
El estratega está consciente de esta realidad, por lo que no deja al azar o bajo la responsabilidad de otro, el curso de acción a seguir, sino que explora dentro de sí, en la organización y en el entorno, para definir su estrategia.
Para reflexionar:
- ¿Tiendes a actuar con mentalidad estratégica?
Agradecemos tu apoyo para difundir estos temas que creemos son útiles para el desarrollo personal. Puedes darle clic en los iconos de las redes sociales, o puedes recomendar esta lectura. También nos gustaría conocer tu opinión.
!Juntos podemos marcar una diferencia!
#propósito #estrategia #futuro #escenarios