En mundo como el de hoy, con una pandemia en curso como el corona virus, y la posibilidad de otras pandemias, además de los cambios tecnológicos tan acelerados, las complejidades políticas y económicas que aquejan al mundo actual, es difícil hacer pronósticos certeros, y tomar decisiones con un alto porcentaje de certeza.
Creo que muchos de nosotros no hemos comprendido el salto que ha dado la humanidad hacia lo disruptivo, complejo, globalizado e incierto. Ya pasó la época de las constantes fijas, los cursos lineales y las tendencias lógicas.
Cuidado con la adicción a la certeza
Lamentablemente, nos hemos vuelto muy adictos a la certeza. Nos hemos vuelto muy dependientes de esta predictibilidad, como si nos asustara intentar hacer las cosas. Nos gusta pensar que sabemos todo lo que pasará y entre más nos acostumbramos a eso, nos volvemos menos flexibles y menos adaptables cuando aparece lo inesperado. También nos hemos acostumbrado a saber todo antes de llevar a cabo una actividad. Es como un temor a hacer algo si no podemos ver la garantía de que habrá un resultado, lo cual nos lleva a padecer de una especie de impotencia aprendida.
Parálisis por análisis
Algunas personas, para poder accionar, necesitan conocer todas las variables involucradas en un asunto, pero esa expectativa es irreal, en un mundo de cambios volátiles e impredecibles. En ocasiones a mucha gente las invade la nostalgia por los tiempos pasados y las constantes fijas, pero esas épocas ya no volverán.
La tendencia a posponer nuestros asuntos para reducir riesgos, en realidad acaba por aumentarlos. Lo ideal es poder contar con toda la información requerida a la hora de tomar decisiones, pero esto no es posible, porque la realidad es demasiado compleja, dinámica y cambiante. El mundo de hoy avanza con mucha prisa.
Lo que tenemos que hacer es usar nuestras mejores capacidades al pensar, aprender e imaginar y actuar de antemano a la certeza. Si esperamos por la certidumbre siempre llegaremos demasiado tarde.
No sufra de parálisis por análisis.
Actúe a pesar de la incertidumbre
Cuando nos decidimos por la acción, la incertidumbre comienza a desaparecer. Esa decisión no tiene que darse en términos de todo o nada. Podemos avanzar progresivamente, a veces a través de un proceso de ensayo y error, e ir capitalizando aprendizajes a través de la experiencia a la vez que desarrollamos nuestra intuición, y tomar oportunamente las decisiones que debemos tomar con una certidumbre razonable.
Para tomar decisiones en ambientes de incertidumbre y ambigüedad, necesitamos hacer uso de unos criterios de actuación diferentes a los que hemos utilizado en el pasado. Tratar de resolver los desafíos presentes o enfrentar las circunstancias actuales, basándose en las viejas recetas del pasado, ignorando el cambio que opera en las personas, instituciones y la realidad misma, convierte esa forma de operar en una disfuncionalidad peligrosa en un contexto actual sistemáticamente disruptivo.
En un mundo global, complejo, volátil e impredecible, los métodos tradicionales de organización del trabajo y planificación no se ajustan a la dinámica actual, que emerge como resultado de innumerables interacciones e intereses imprevisibles.
¿Qué herramientas necesitas en esta época de corona virus?
Imaginar, adaptarse y colaborar
En esta época de corona virus, de significativos cambios sociales y políticos, necesitamos los recursos de la imaginación para pensar posibles escenarios, y visualizar diferentes opciones. Necesitamos usar nuestra imaginación para ver qué es lo mejor, intentarlo y aprender; intentarlo otra vez y aprender más y hacer eso a medida que avanzamos, y no esperar hasta tener todo esquematizado en la teoría antes de tener la energía y el coraje para hacer cualquier cosa en la práctica.
“El verdadero signo de la inteligencia no es el conocimiento sino la imaginación” (Albert Einstein).
También necesitamos desarrollar la capacidad de adaptación y contextualización al entorno en desarrollo, para adaptar nuestras destrezas a este nuevo mundo.
Y, sobre todo, necesitamos desarrollar habilidades para colaborar, vale decir, trabajar con otras personas para ayudarlas y ayudarme, porque esta realidad necesita del esfuerzo sinérgico con otros actores. Como lo expresa Margaret Heffernan:
“Nos necesitamos para no perder la esperanza, para darnos inspiración e ideas y para mantenernos motivados”.
Comprender el nuevo contexto no depende de la claridad de los hechos, ni de la cantidad de información que tengamos, sino que depende, hoy más que nunca, de nuestra capacidad para crear nuevas perspectivas de la realidad, de integrar nuevas experiencias y desarrollar nuevas formas de acción colectiva (José Cabrera).
Desarrollar la habilidad de convivir con la incertidumbre y la ambigüedad
Tal vez la habilidad más apreciada en el día de hoy es saber convivir con la ambigüedad y la incertidumbre propias de un mundo tan cambiante, volátil e impredecible, sin que ese hecho paralice nuestra toma de decisiones.
La incertidumbre de hoy en día es una realidad. Tal y como explica Nassim Taleb en su libro El Cisne Negro:
“Nos encontramos en un mundo nuevo, dominado por lo desconocido y lo imprevisible. Nos hallamos frente a un futuro emergente, en el que todos somos parte del problema y de la solución, y en el que, para abordar los nuevos retos, debemos asumir que “lo que no sabemos es más importante que lo que sabemos”.
Vivimos una época de mucha incertidumbre y ambigüedad debido a los constantes, acelerados y profundos cambios; sumado a la sobreinformación y, por otro lado, a la falta de información fidedigna, específica, precisa y clara en relación con nuestros asuntos clave. El mundo hoy está dominado por lo desconocido, incierto y lo improbable. Por lo tanto, no nos angustiemos por lo que pueda pasar. Como decía un amigo: No te preocupes, más bien ocúpate.
No te paralices, decide con la información de que dispones, y sigue adelante, considera tus decisiones temporales, elimina la presión, y cultiva el hábito de la acción.
La ambigüedad y la incertidumbre crean mucho estrés, frustración, aprehensión y pueden paralizar la toma de decisiones. La ambigüedad y la incertidumbre nos enfrentan al reto de entender la complejidad y manejar el riesgo.
Aun cuando no podemos eliminar la ambigüedad e incertidumbre, pues no tenemos control del entorno, si podemos reducir su influencia.
Cultiva la habilidad de manejar la ambigüedad e incertidumbre, para lo cual te sugerimos:
- Se flexible para adaptarte a las nuevas situaciones. Revisa la pertinencia de tus propios paradigmas.
- Haz contacto con tus necesidades, ellas son una guía orientadora.
- Haz simple lo complejo: entender lo esencial de la situación.
- Céntrate en lo esencial e importante, lo cual supone definir prioridades.
- Define, clarifica y prioriza tu sistema de valores como guía en la toma de decisiones.
- Trabaja con la aprehensión al riesgo: toma decisiones con información incompleta o soporta el riesgo de fracasar.
- Desarrolla una mentalidad estratégica. Contextualízate para ser relevante y pertinente.
- Aprende a visualizar el futuro: ser activo y proactivo en explorar la realidad: entender el entorno. Explota tu imaginación.
- Enfócate en tu área de influencia en vez de tu área de preocupación: deja de controlar lo incontrolable para comenzar a entender lo desconocido, y aprovechar las oportunidades.
- Simplifique tu vida.
- Has simple lo complejo: entender lo esencial de cada situación. Céntrate: capta lo esencial y trabaja con eso.
- Asume la responsabilidad por tus decisiones.
- Busca consejo. Hay sabiduría en la multitud de consejeros. Privilegia la experiencia.
- Cultive la inteligencia emocional.
- Colabora con otros. Trabaja en equipo.
Adaptado de Margaret Heffernan
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