El cuerpo vive y expresa nuestras emociones. El cuerpo expresa en forma elocuente cómo estamos gestionando nuestras emociones. Descubrir qué importancia tiene el cuerpo en la construcción y expresión de las emociones es vital para poder aumentar nuestra consciencia emocional, a través de la conciencia corporal y, como consecuencia, gestionar con más efectividad nuestras emociones. Necesitamos, entonces, desarrollar una mayor conciencia sobre nosotros mismos a través del cuerpo, para lograr así una mayor comprensión de nuestro ego. El cuerpo constituye un vasto territorio que ofrece enormes oportunidades y posibilidades para el desarrollo de una mayor conciencia de nuestro sí mismo. En este sentido, comenta Lisbeth Marcher:
“Las sensaciones corporales proveen una base para el ego del cuerpo, y por ende para toda la conciencia”.
Nuestras formas corporales, pues, constituyen una referencia insustituible de nuestro yo somático, que a su vez se convierte en el fundamento físico de nuestra identidad personal y del autoconocimiento.
El cuerpo es intrínseco al sí mismo
«No hay dualismos de mente y cuerpo, energía y materia o energía y cuerpo sino una estructura unificada de la que proceden los sentimientos, la excitación y la actitud psicológica”. Stanley Keleman Ampliar la conciencia corporal como base para tener mayor conciencia de las emociones, requiere comenzar a ver el cuerpo como parte del sí mismo. Muchas personas perciben el cuerpo como algo que usamos y no como algo que somos; un mero instrumento al servicio de la psiquis. Esta premisa es incompleta y distorsionada: un dualismo heredado del modelo mecanicista que asimila el funcionamiento de la vida humana al de un reloj. Esta visión de lo humano concibe el cuerpo como una propiedad o siervo que funciona como una estructura estática al servicio de lo psicológico, dividiendo al ser humano en cuerpo y “yo”, en vez de verlo como un proceso en términos de totalidad. Así cuando nos sucede algo relacionado con el cuerpo, decimos que “algo le sucede a nuestro cuerpo”, y no que “algo me está sucediendo”.
La vida, por el contrario, es un proceso continuo de experiencias variadas que fluyen en lo psicológico y en lo corporal. El cuerpo refleja lo psicológico y lo psicológico se manifiesta en el cuerpo.
En la medida que reconocemos, comprendemos y respetamos nuestros procesos corporales, en esa misma medida aprenderemos a descifrar (sentir) los procesos del cuerpo, y podremos entender cómo éstos están ligados a nuestras emociones, pensamientos y percepciones, y de esta forma, como dice Stanley keleman:
“Aprender cómo influenciar nuestra propia organización somática”.
Nuestra experiencia corporal es la experiencia de nuestro sí mismo. No es que tengo un cuerpo, sino que mi cuerpo soy yo mismo. El sí mismo es tanto mental como corporal. “El cuerpo es intrínseco al sí mismo, como tal está relacionado en forma significativa con nuestra vida emocional y nuestros temas perdurables, y es el fundamento físico de nuestra existencia en el mundo”. James Kepner El cuerpo es intrínseco al sí mismo y forma parte de la totalidad que es el ser humano. Alexander Lowen decía: “La experiencia del cuerpo es experiencia del sí mismo, igual que el pensamiento, la imaginación y las ideas”. En esa misma línea de pensamiento comenta Stanley Keleman:
“No hay dualismos de mente y cuerpo, energía y materia o energía y cuerpo sino una estructura unificada de la que proceden los sentimientos, la excitación y la actitud psicológica”.
Vivimos en el cuerpo y en la mente
Vivimos no sólo a través de nuestros pensamientos y fantasías, sino también a través del movimiento, del sentir y expresar de nuestro cuerpo. Dice Stanley Keleman: “Las formas exteriores del cuerpo y de los órganos internos nos hablan tanto de una movilidad celular, como de la organización y el movimiento de la psique y el alma”. El cuerpo es, pues, la base física de nuestra existencia y vivencia en el mundo. Lo que ocurre en el cuerpo afecta a la mente y viceversa. El cuerpo es la base de la experiencia, de las emociones y de los pensamientos.
La anatomía emocional
Nuestros sentimientos están basados en nuestra anatomía. Nuestra anatomía nos proporciona una identidad (Stanley Keleman). Nuestra expresión emocional es influenciada profundamente por nuestra anatomía. Al respecto comenta A. Lowen:
La vida emocional del individuo depende de la movilidad de su cuerpo.
El cuerpo es la base para la expresión emocional. “Tu arquitectura somática es la base de tu emocionalidad…Sin anatomía las emociones no existen…La anatomía humana es más que un proceso bioquímico; es una morfología emocional “. Stanley Keleman
Tu historia es tu biología
“La vida construye las formas. Estas formas son parte de un proceso organizativo que incluye las emociones, los pensamientos y las experiencias dentro de una estructura”. Stanley Keleman
La forma de la persona, a que se refiere Keleman, incluye el cuerpo, y es moldeada a lo largo de la vida (sobre todo en los primeros años de vida) por las experiencias: desafíos, exigencias, relaciones, circunstancias de vida, traumas de vida, frustración de necesidades básicas, etc., que dejan sus huellas en el organismo. Así como en la estructura de un árbol quedan grabadas las experiencias que éste atravesó (incendios, fuertes vientos huracanados, etc.), así la historia de vida deja su impronta en el cuerpo, y también en la psiquis. De esta forma se cumple la frase acuñada por Caroline Myss “Tu biografía se convierte en tu biología”. Nuestra biografía determina nuestra arquitectura somática, definiendo nuestra caracterología, base de nuestra emocionalidad, y nuestra dinámica cognitiva y existencial. Esa forma representa el mejor ajuste creativo que la persona desarrollo para adaptarse a las exigencias y tensiones internas y del entorno. Ahora, esa forma no es una estructura estática, sino un proceso dinámico. El cuerpo es un proceso vivo, autoorganizado y autorregulado. “El cuerpo es más plástico, móvil y capaz de reorganización de los que pensamos…el cuerpo habla el lenguaje del cambio y puede aprender a reorganizarse” (Stanley Keleman). La biografía, pues, deja su impronta. Esa huella está profundamente arraigada en la personalidad de cada individuo. W. Reich decía:
“Ponga sus manos sobre el cuerpo, y habrá tocado el inconsciente”.
Es como decir que el inconsciente está grabado en el cuerpo. Sigmund Freud también lo confirma al expresar: “El yo es ante todo un yo corporal “. Esa historia congelada como carácter es historia solidificada en el cuerpo, que predispone a una forma de ser y estar en el mundo. En el lenguaje de W. Reich se convierte en un acorazamiento. En lenguaje de Keleman se convierte en una arquitectura somática que se constituye en la anatomía de las emociones. Esa forma se expresa con un lenguaje organísmico característico: tono muscular, emociones, movimientos del cuerpo, respiración, hipoactividad o hiperactividad, pulsación básica, etc., pero también se expresa con una psiquis característica.
“El cuerpo es la memorización y expresión de las experiencias vitales de las personas. Toda expresión física del cuerpo tiene un significado…Cuando estas expresiones han quedado fijadas y son habituales, podemos leer en ellas la historia de una experiencia pasada. Si la interacción con el medio fue difícil, los patrones básicos corporales de movimiento y expresión serán menos espontáneos y libres, y, por tanto, menos satisfactorios” (Alexander Lowen).
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