¿Aconsejar, asesorar, resolver, arreglar, enseñar? No. ¿Coaching? Si

Arnoldo Arana

Doctorado en Consejería de la Universidad Rhema en Jacksonville, Florida – USA. Maestría en Gerencia de Empresa y Lcdo. en Contaduría Pública. Coach certificado por la ICF. Psicoterapeuta. Escritor y conferencista en liderazgo, coaching y vida familiar.
11 junio 2020

«El producto del coaching es la construcción de la  auto-responsabilidad en la otra persona, como la comadrona que está ayudando a dar a luz la responsabilidad”.  Sir John Whitmore

¿Qué es más efectivo: aconsejar o coachear?

La respuesta está en la pregunta: ¿qué opción promueve más el desarrollo de las personas? En algunos contextos puede tener mucha validez el consejo, la asesoría y el mentoreo. No hay duda que estas estrategias son válidas y útiles para determinadas situaciones, pero en el largo plazo el coaching es más habilitador y empoderador para el desarrollo de la persona (cliente, trabajador, etc.).

La razón es simple: cuando aconsejamos le prescribimos o decimos a las personas lo que “deberían o tienen que hacer”. Eso no favorece ni la creatividad ni el desarrollo de las potencialidades de la persona, ni tampoco ayuda al desarrollo de la auto-responsabilidad y la autonomía personal, base del desarrollo personal y de la capacidad de generar cambios sostenidos y efectivos.

Mientras que cuando hacemos coaching, le brindamos a la persona la oportunidad de identificar y desarrollar sus habilidades y recursos internos para afrontar la realidad. De esta forma se facilita también el aprendizaje y el crecimiento personal, de tal manera que la persona quede más habilitada y empoderada para lidiar con sus situaciones y retos personales. Así la persona no tendrá que volver por otro consejo ni receta.

¿Te sientes con el derecho y la autoridad para aconsejar?

¡Aconséjame! Ese es el clamor de muchas personas, ante situaciones que aparentemente no saben cómo resolver o descifrar. La tendencia de padres, gerentes, clérigos, etc. es a dar soluciones ante estas “solicitudes de apoyo”, ya que resulta más rápido, barato y expedito aconsejar y dar soluciones, pero en el largo plazo no contribuye al desarrollo de las capacidades de las personas.

Dar consejo no promueve la asunción de la responsabilidad por parte de quien recibe el consejo, pues la persona está ejecutando lo que otra persona le dijo. Luego ¿qué pasa cuando la receta no da resultado? Es responsabilidad de quien “me dio el consejo”.

El dar consejos no habilita para el cambio, porque la capacidad para cambiar está relacionada con la capacidad para asumir responsabilidad.

¡Déjame desarrollarme!

Cuando somos coaches más que consejeros y asesores, aprendemos a leer entre líneas, el anhelo y la necesidad de crecimiento de las personas. Entonces la frase ¡déjame desarrollarme! cobra sentido. Cuando aconsejamos le robamos a la persona la oportunidad de crecer y aprender.

Los coaches no buscan “solucionarle o arreglarle” la vida a las personas, pero eso no aconsejan, ni orientan, ni prescriben, ni asesoran, ni enseñan, ni dan consultoría. Por el contrario, promueven el auto-conocimiento, la auto-responsabilidad, el auto-aprendizaje. Por eso más que aconsejar o asesorar facilitan que la persona encuentre sus propios métodos, estrategias, recursos, perspectivas y oportunidades, y eso no es posible si se le dice a la persona lo que tiene o debe hacer.

El coachee es el experto en su propia vida 

El coach no da consejos ni soluciones, porque el cliente es el experto de sí  mismo.

Cuando damos consejos, en el fondo, lo que le decimos a la persona es “déjame que yo, que entiendo de la vida y la realidad de la cosas, te diga a ti, que no sabes cómo resolver tu vida ni descifrar lo que está pasando, que es lo que tienes o debes hacer”. Nos situamos en un plano superior, “yo sé, tú no sabes”. Pero la realidad es que nosotros no sabemos más de la vida de la persona, que la propia persona.

Creo que es una osadía, que después de escuchar a una persona por minutos (e inclusive horas), y hacer un resumen ejecutivo de toda la vida de esa persona en tan poco tiempo, pretendamos decirle a la persona cómo resolver su vida o que hacer.

Por otra parte, cuando ofrecemos soluciones y recetas del tipo “esto es lo que deberías hacer”, solemos utilizar nuestros propios filtros (mapas, percepciones, experiencias y creencias) para aconsejar, pero las recetas que nos funcionan a nosotros, no necesariamente funcionan para el aconsejado, pues la realidad, valores y competencias del aconsejado son diferentes a las nuestras.

A modo de conclusión

Los seres humanos se forman en un contexto donde el consejo forma parte de la dinámica de las relaciones. Así los padres aconsejan a los hijos, los jefes aconsejan a los subalternos, los clérigos aconsejan a la feligresía, etc. Luego cuando nos encontramos en una situación donde alguien acude a nosotros sediento de consejo, lo más fácil es aconsejar y dar soluciones.

La invitación del coaching es a no dejarnos vencer por la tendencia de aconsejar, sino estimular un proceso mediante el cual sea la propia persona  quién busque, invente y ponga en práctica las soluciones y alternativas. Por eso como dice psicologiadelcoaching.es:

“El coach  “acompaña” al coachee en el proceso de optimización de sus propios recursos, ayudándole a recordar, ordenar, relacionar, jerarquizar, cuestionar, reconocer, evaluar, ver  desde otra perspectiva, buscar, comparar, decidir, planificar y actuar, sin juzgar ni aportar ideas propias”.

El hacer coaching más que dar consejos y soluciones, es una muestra de respeto por la otra persona, y también expresa la confianza en la persona, de que la creemos competente y capaz para resolver su propia vida.

#coaching #aconsejar #responsabilidad

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Arnoldo Arana

Doctorado en Consejería de la Universidad Rhema en Jacksonville, Florida – USA. Maestría en Gerencia de Empresa y Lcdo. en Contaduría Pública. Coach certificado por la ICF. Psicoterapeuta. Escritor y conferencista en liderazgo, coaching y vida familiar.

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