Liderazgo: poder transformador

Arnoldo Arana

Doctorado en Consejería de la Universidad Rhema en Jacksonville, Florida – USA. Maestría en Gerencia de Empresa y Lcdo. en Contaduría Pública. Coach certificado por la ICF. Psicoterapeuta. Escritor y conferencista en liderazgo, coaching y vida familiar.
21 noviembre 2021

“El poder es la habilidad de obtener todo lo que se desea del entorno, considerando lo que está disponible”. H.B. Karp

Muchas personas asocian el poder con la posición o con la capacidad de control. Algunos hablan de poder bueno y de poder malo.  Mientras que existen quienes creen que es necesario como fundamento de cualquier forma de gobierno y liderazgo. Pero más allá de las consideraciones morales sobre el poder, éste no es ni bueno ni malo, ni positivo ni negativo por sí mismo. El poder es neutro. El cómo las personas lo usan es lo que establece la diferencia. Podemos decir, como lo expresa W. Bennis: “El liderazgo es el recto uso del poder”. Sir Gordon  Brunton a su vez  define el liderazgo como “el uso inteligente y sensible del poder”.

Blaine Lee sostiene: “El poder es el potencial para influir sobre los demás para bien o para mal y puede ser una bendición o un azote”. El poder puede ser constructivo o destructivo, por eso el poder conlleva una gran responsabilidad de usarlo para la contribución y no para fines ególatras. En esto radica el verdadero ejercicio del liderazgo.

¿Qué es el poder y su relación con el liderazgo?

El poder no es un asunto de posición o jerarquía. No es la estructura jerárquica la que inviste de liderazgo ni de poder personal a los individuos. Líderes como Gandhi o Jesucristo ejemplifican como se puede desplegar el poder personal para lograr influencia y efectividad en el ejercicio del liderazgo, sin tener un cargo o autoridad jerárquica formal. Al observar las vidas de Gandhi o Jesucristo, se puede percibir el poder y la presencia que emanaba desde su vida interior como base para su liderazgo. Su poder no fue otorgado desde afuera, por el contrario, emanaba de ellos.

El poder es un medio para lograr un fin

El poder no es un fin en sí mismo. No acumulamos poder como una posesión ni para hacernos poderosos. Para el líder el poder es una vía para lograr objetivos, un medio para obtener lo que se propone alcanzar o lograr en el ejercicio de su liderazgo. El poder es la capacidad de transformar el entorno circundante.

El poder es energía enfocada

Warren Bennis dice: “El poder es la energía básica necesaria para iniciar y continuar una acción… la capacidad para traducir intención en realidad y continuarla”. Asimismo, Manuel Barroso dice que el poder “es energía que se mueve hacia objetivos definidos”.

“El poder es reafirmarse como la persona que es”. Manuel Barroso

El poder es un medio para traducir intención en realidad. Como lo expone el propio Barroso: “Es energía que se mueve hacia objetivos definidos y trasciende más allá de los resultados quedando una conciencia de valoración y crecimiento”. El poder es el medio para lograr la transformación propia y del entorno. El poder  es la vía hacia el liderazgo transformador, vale decir, es la vía para la dirección, la influencia, el servicio, la habilitación y la contribución.

Poder alienado y poder ético

Cuando el poder está alienando, se convierte en manipulación, control, amenazas, descalificación, intimidación, corrupción, abuso, fuerza como estilo de vida; lo que se convierte en una violación ética del poder. Hay una diferencia entre el poder alienado, divorciado de la conciencia de la vida interior, y el poder expresado desde adentro hacia fuera, pleno de presencia o vida interior, y sentido ético. Esa es la diferencia entre los líderes cuyo poder se expresa como una perversión del verdadero liderazgo, y los líderes con poder por presencia, vale decir, líderes que expresan su energía libre y plenamente, con autenticidad, con creatividad, con visión y con sentido ético y responsabilidad. Bien lo expreso Manuel Barroso: “Sin vida interior el poder es un arma mortal”.

¿Cómo funciona el poder?

El poder es una capacidad del individuo, no es una fuerza o estatus que se le otorga desde afuera.  Dice H.B. Karp: “Uno no puede empoderar o desempoderar a otra persona, ni nadie puede empoderarlo o desempoderarlo a uno”. El empoderamiento es una elección personal.

Dice Blaine Lee:”El proceso del poder se inicia en usted mismo”. Proviene de las capacidades, de la visión, del carácter de la persona. El tipo de poder que manifestamos tiene que ver con el tipo de persona que somos. El ejercicio del poder se centra en la personalidad y no en la técnica. Es mas un asunto de carácter y habilidad. El poder es profundamente personal. Tiene que ver con su capacidad de responder a los retos y desafíos de la realidad.

El poder es una habilidad intrapersonal

En este sentido H.B. Karp define el poder como “una habilidad intrapersonal”. Y agrega el mencionado autor: “La capacidad para el poder es interna y no está sujeta a influencias externas”.

Esta habilidad como toda habilidad humana puede cultivarse y expandirse, o puede atrofiarse si no se ejercita. La habilidad para conseguir los resultados propuestos puede ser movilizada o retenida, según cómo el líder asuma y elija expresarse: impotente o poderoso, empoderado o desempoderado.

H.B. Karp lo ilustra de la siguiente manera:

“Cuan rápido es capaz usted de correr es un asunto de capacidad interna. Cuan rápido decide correr generalmente es influido por variables externas tales como la razón para correr, la opinión de los demás, los obstáculos, etc.”.

En todo caso la persona tiene en sus manos el elegir usar esa energía, capacidad y potencialidad, o retener su expresión.

El proceso de desarrollar poder, tiene que ver, pues, con el proceso de aprender a dirigir su energía hacia sus fines. El poder surge cuando la persona aprende a dirigir sus energías hacia sus objetivos. 

El poder para el ejercicio del liderazgo tiene un sentido ético

Cuando esa capacidad esta acompañada de virtud (integridad, sentido ético, responsabilidad, respeto, etc.) el poder genera efectos positivos, encauzándose al logro de objetivos comunes, y perfilando a la persona como un potencial líder; pero cuando está asociado a la egolatría, a la vanidad y al sentido utilitario, genera efectos negativos. Se convierte en un instrumento para coercionar, manipular, imponer la voluntad a ultranza. Ese es el poder al servicio exclusivo del ego. Este tipo de poder tiene muchas formas de expresión: mandatos, amenazas, decretos, maltrato verbal y/o físico. Algunas veces el formato es más sutil: vestimenta y vehículos lujosos, tamaño de la oficina, accesos privilegiados, etc.Todos estos recursos para hacer sentir a otros “quien es el que manda”.

El liderazgo representa la forma optima de ejercer el poder

El poder es energía, vitalidad, pasión, entusiasmo, convicción; pero para que el poder sea canalizado y se exprese con efectividad, requiere de una forma que le de estructura y permita aperacionalizarlo en nuestras vidas. El poder sin estructura es como un río impetuoso que se desborda sobre sus márgenes y causa inundaciones; pero el poder con la forma adecuada es como un caudaloso río canalizado para aprovechar su fuerza y producir electricidad, o generar sistemas de riego que hacen fértil la tierra. El poder sin la forma puede derivar en caos y anarquía; pero, forma sin poder, es protocolo estéril, una estructura eléctrica sin electricidad. La estructura está relacionada con las destrezas, los conocimientos y los hábitos, que potencian los talentos, los rasgos de la personalidad y las habilidades y competencias naturales.

Además, de necesitar una forma que canalice el poder, se necesita un equilibrio entre poder y forma. Dice Stephen K. McDowell:” Pero no sólo necesitamos poder y forma, sino un balance entre ellos. Demasiado de forma podría causar que lo involucrado se seque, mientras que demasiado poder ocasiona que se hinche”.

¿Cómo los líderes obstaculizan la expresión de su poder en el ejercicio del liderazgo?

Algunas personas tienen inhabilitada la capacidad del poder. Muchas veces los líderes terminan desempoderandose, saboteando la expresión de su habilidad para conseguir lo que se proponen. Hay dos formas fundamentales en que el líder puede hacerse impotente:

  1. Cuando no tiene una visión clara, vale decir, cuando el líder no tiene claridad de lo que quiere ser o hacer.
  2. Por falta de identificación de sus necesidades propias y del enfoque para la satisfacción de éstas.
  1. Carencia de una visión clara

Sin visión no se puede enfocar el poder. Sin visión el poder se disipa, por carecer de una dirección en la que encauzarse. El poder se expresa cuando se direcciona y canaliza la energía del líder hacia objetivos definidos. La falta de visión nos desempodera, nos desgasta, porque nos priva de la brújula que encauce el desarrollo y la expresión de nuestro potencial: energía, talentos, habilidades, temperamento, etc., que son la base de nuestro poder personal

Sin visión el poder es energía en potencia, pero en estado estático. Sin visión el poder es una fuerza latente, pero sin la capacidad para generar cambios y transformaciones. Por el contrario, la visión empodera, inspira, energiza; moviliza a la acción todos nuestros recursos internos; brinda un cause para que el poder se exprese. El poder del viento o de un río representa fuerzas, energía potencial, pero que nos son aprovechables a menos que encaucemos esas fuerzas para mover un molino o las ruedas de una turbina para producir energía o electricidad. En este caso la visión articulada provee al líder del canal a través del cual su poder personal se encausa y expresa para transformar el entorno que le rodea. De esta forma el poder se convierte en la energía del líder para emprender y continuar las acciones que conlleven al logro de los objetivos propuestos.

  1. Falta de identificación y satisfacción de las propias necesidades

Dice Manuel Barroso:

“Todo cuanto sucede con un organismo vivo, está movido por una necesidad específica. No hay acción, no hay movimiento ni comportamiento que no esté relacionado con una necesidad”.

Las necesidades disparan procesos en la persona que direccionan la acción productiva hacia objetivos concretos y satisfactorios. Los procesos tuenen que ver con la forma como internamente nos organizamos para crear competencias con el fin de satisfacer necesidades. La necesidad denota carencia o exceso – desequilibrio – un requerimiento no satisfecho. Ahora las personas por naturaleza buscan restablecer el equilibrio.

Las necesidades son, pues, fuerzas que movilizan al organismo hacia el equilibrio y le direccionan y organizan para adquirir competencias: cognitivas, perceptuales, de aprendizaje, de organización, etc. En la medida que nuestras necesidades son satisfechas, nuestra potencialidad se libera; y el organismo se orienta al crecimiento y al desarrollo. En esta circunstancia el poder fluye como habilidad para el logro de los objetivos.

Sin contacto con las necesidades las personas se desempoderan

Pero cuando no hay contacto (conciencia de) con la necesidad, no hay energía – impulso, movilización. La persona se desempodera, se hace impotente. Comenta Barroso:

“La fuerza se hace actual, cuando el individuo siente la necesidad, la concientiza, es decir, hace contacto consigo mismo y con el medio externo, en busca de satisfacción”.

Por el contrario, cuando no se tienen identificadas y satisfechas las necesidades propias, la persona es como un hoyo negro en el espacio, que consume la energía, la atención y los recursos emocionales disponibles, evitando el despliegue efectivo de las habilidades, talentos y competencias. Vale decir, la persona se desempodera para el ejercicio del liderazgo.

Las necesidades insatisfechas presionan para ser atendidas y limitan la capacidad de enfoque, limitando la expresión creativa del poder. La alienación de las necesidades inhibe la capacidad de elección, de modo que la persona es incapaz de escoger los medios y los recursos apropiados para alcanzar sus objetivos.

No se puede, pues, ejercer el poder en forma constructiva si no han sido satisfechas las necesidades propias. Cuando el poder reside en una persona insatisfecha, genera resultados negativos para otras personas y, en el largo plazo, para ella misma. La persona insatisfecha anhela el poder, pero no como un recurso para el ejercicio del liderazgo transformador, sino como un medio compensatorio de sus carencias y necesidades insatisfechas. Es una forma de calmar la angustia que producen las necesidades insatisfechas.  En este caso, la persona utiliza el poder como un medio para el logro de estatus, reconocimiento, prestigio y control, pero no como un medio para el servicio, la contribución y el logro de objetivos comunes con otras personas, que es lo que convierte a un individuo en líder.

#poder #empoderamiento #liderazgo

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Arnoldo Arana

Doctorado en Consejería de la Universidad Rhema en Jacksonville, Florida – USA. Maestría en Gerencia de Empresa y Lcdo. en Contaduría Pública. Coach certificado por la ICF. Psicoterapeuta. Escritor y conferencista en liderazgo, coaching y vida familiar.

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