El ejercicio de la libertad

Arnoldo Arana

Doctorado en Consejería de la Universidad Rhema en Jacksonville, Florida – USA. Maestría en Gerencia de Empresa y Lcdo. en Contaduría Pública. Coach certificado por la ICF. Psicoterapeuta. Escritor y conferencista en liderazgo, coaching y vida familiar.
29 abril 2020

Entre estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio reside nuestra libertad y nuestra facultad para elegir la respuesta. En nuestra respuesta yace nuestro crecimiento y nuestra libertad. Victor Frankl

La libertad de elección podemos verla como un proceso en el que la capacidad de elección crece o se reduce, en función de la ampliación de la conciencia.

En la medida que tomamos más consciencia de nosotros mismos (emociones, necesidades, vocaciones, personalidad, dones y talentos, mapas y paradigmas) y de los determinantes biológicos o sociológicos, más llegamos a experimentar esa libertad. Por el contrario, en la medida en que somos menos conscientes de nosotros mismos, y de los determinantes biológicos (rasgos heredados o congénitos) o sociológicos (educación, cultura, etc.) que operan en nuestra vida, reducimos esa libertad.

La madurez de la conciencia nos capacita y habilita

Es precisamente la madurez de nuestra función consciente, vale decir, el reconocimiento que adquirimos de nuestras necesidades, el contacto que tenemos con nuestras emociones, la claridad que desarrollamos con respecto a los mapas con los cuales filtramos y percibimos el mundo, la conciencia que tenemos de la presencia en nuestra vida de las poderosas fuerzas naturales (instintos, herencia, etc.) y del impacto del ambiente y la cultura que nos ha rodeado, que ampliamos nuestra libertad de elección.

Cuanto más claramente somos capaces de percibir el grado de fuerza de estos determinismos e influencias, más somos capaces de librarnos de su poder o de gozar de mayor libertad interior. A mayor conciencia de nosotros mismos mayor autonomía y mayor libertad de elección. También mayor posibilidad de hacernos responsables de nuestras elecciones y acciones.

La conciencia propia deriva en autonomía, y ésta posibilita la libertad

Sin autonomía no hay libertad. Por otra parte, la libertad resulta de la fusión de la autonomía y la responsabilidad. Según Carlos Portillo Fernández autonomía es: “La regulación de la conducta por normas que surgen del propio individuo. Autónomo es todo aquél que decide conscientemente qué reglas son las que van a guiar su comportamiento. Considerar la propia libertad como autonomía implica, por tanto, considerarla no sólo en su sentido negativo de falta de coacción -nadie me impone las reglas desde el exterior-, sino también en su sentido positivo -sé lo que hago, no me dejo llevar por la rutina, la costumbre, el capricho, lo bien visto o la imagen que me gustaría dar ante los demás-“.

Al ser autónomos nos hacemos dueños de nuestras propias acciones, y el que es dueño de sus acciones es verdaderamente responsable. Sólo podemos ser responsables de una acción cuando ésta sea verdaderamente nuestra. Si no se es dueño de las propias decisiones y actos, no se puede ser responsable.

Es también la ampliación de la conciencia la que permite a las personas asumir lo que les ocurre o realizan, bajo una posición de responsabilidad. Si aceptamos que somos libres de elegir, entonces también necesitamos aceptar que somos responsables de nuestras acciones y actitudes. El grado de nuestra libertad será directamente proporcional al grado de la responsabilidad que asumamos en nuestra vida por nuestras elecciones y acciones. Por otra parte, no puede haber libertad sin responsabilidad ni responsabilidad sin libertad. La libertad y responsabilidad se implican recíprocamente.

El Dr. Victor Frankl decía que no es posible declarar al hombre libre sin declararlo también responsable. El usar la libertad con responsabilidad es lo que le da sentido a nuestra vida.

Al respecto dice F. Perls:”El darse cuenta de la responsabilidad por el campo total, por el sí mismo como también por el otro, le dan significado y configuración a la vida del hombre”.

La libertad sin responsabilidad puede degenerar en arbitrariedad y libertinaje; es licencia. La responsabilidad sin libertad es esclavitud. Ahora, la libertad no significa independencia absoluta de hacer lo que se nos antoje. Los límites de mi libertad son los derechos del otro; eso es lo responsable. Dice el Dr. Stephen Covey:”La libertad no es la última palabra. La libertad sólo es una parte de la historia y la mitad de la verdad. La libertad no es más que el aspecto negativo de cualquier fenómeno, cuyo aspecto positivo es la responsabilidad. De hecho, la libertad corre el peligro de degenerar en una nueva arbitrariedad a no ser que se viva con responsabilidad”.

Vivir, según afirma el Dr.Covey:”Significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a los problemas que ello plantea y cumplir las tareas que la vida asigna continuamente a cada individuo”.

Vivir, entonces, implica asumir la responsabilidad creadora de la propia vida. Esa responsabilidad significa que el hombre está condenado en cada instante de su vida a la absoluta responsabilidad de crearse y renovarse.

El verdadero ejercicio de la libertad implica que el hombre se hace responsable de las decisiones que toma en su vida. Sin embargo, algunas personas rehúsan ejercer la libertad de elegir, porque ello equivale a hacerse responsable de su vida y aceptar las consecuencias de su elección. Por lo que prefieren delegar en otros esa responsabilidad (padres, cónyuges, estado, maestros, entorno, patrono, etc.). De esta forma justifican su inacción, su pasividad, su indiferencia, su victimización, reduciendo así su libertad interior y sus opciones; pero aun esa actitud es una elección. Lo cierto es que el ejercicio de la libertad puede resultar incómodo y difícil de administrar; puede resultar una carga, debido a que hay que saber qué hacer con la libertad; para qué se es libre.

Para reflexionar:

  • ¿En qué grado asumes la responsabilidad por tus elecciones?

Serie: libros para elegir con responsabilidad

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Arnoldo Arana

Doctorado en Consejería de la Universidad Rhema en Jacksonville, Florida – USA. Maestría en Gerencia de Empresa y Lcdo. en Contaduría Pública. Coach certificado por la ICF. Psicoterapeuta. Escritor y conferencista en liderazgo, coaching y vida familiar.

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