¿Qué es la asertividad?
Es la habilidad personal que nos permite expresar sentimientos, opiniones y pensamientos, en forma auténtica y honesta, sin ansiedad (con tranquilidad), en el momento oportuno, de una manera apropiada, que considere los derechos de los demás, pero sin negar los derechos propios.
Analicemos los componentes de esta definición, basados en el caso de Ana que expusimos en la parte I de este artículo:
Expresión auténtica y honesta
Cuando se actúa en forma asertiva, se es congruente en el comportamiento con lo que se piensa y se siente; hay además congruencia con los valores personales. Hay un sentido de honestidad consigo mismo en lo que se hace.
Si Ana lograse expresarse en forma clara, directa y franca, terminaría sintiéndose en forma congruente consigo misma, independientemente de la respuesta de Juan. Por otra parte, al adoptar una actitud arisca, huraña y de retraimiento con Juan, no le facilita a éste tomar conciencia de cómo su comportamiento le afecta a ella.
Expresión sin ansiedad (tranquilidad)
Al haber congruencia entre lo que se hace y lo que se piensa y se siente, hay satisfacción personal, una sensación de tranquilidad emocional. Muchas veces, la expresión ansiosa es consecuencia de tener expectativas catastróficas sobre la relación, o de asumir la responsabilidad por las conductas y emociones del otro. En el ejemplo citado, Ana teme la reacción de su esposo Juan. Pero ella sólo se puede responsabilizar por lo que ella siente. Ana necesita permitirle a su esposo, sin hacerse expectativas catastróficas, responsabilizarse por sus emociones y sus comportamientos.
Expresión en el momento oportuno
La acción efectiva es oportuna y no extemporánea. Al no expresar Ana su malestar por la forma como Juan la trata cuando difiere en sus opiniones, lo que eso hace es que Ana acumule rabia, al desplazar ésta; para luego terminar teniendo estallidos de rabia fuera de contexto.
Expresión apropiada
Está en sintonía con los derechos de la otra persona. Puede ser asertivo elegir no expresar lo que se siente y piensa, por no considerarlo conveniente, o porque lesiona los derechos del otro. Por ejemplo, puede ser que una persona no me cause buena impresión a primera vista, pero no sería muy considerado ni apropiado decirle “no me caes bien, me pareces una persona pesada”.
En el caso que venimos tratando, Ana no necesita ser agresiva ni grosera para hacer valer con firmeza sus derechos, tal como dice el dicho: “lo cortés no quita lo valiente”.
La asertividad supone tratar con respeto al otro
Una máxima adecuada para expresar un comportamiento apropiado que respete al otro, son las palabras de Jesús: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos”. Esta máxima está alineada con la asertividad, pues implica una actitud proactiva (no reactiva).
Una forma reactiva de esta misma expresión diría “no hagas a los hombres lo que no quieres que te hagan a ti”, lo cual es una tergiversación de las palabras de Jesús; pero eso es actuar reactivamente, por omisión, en sentido negativo, de tal forma que no les hago mal, pero tampoco les hago bien. Esta máxima es particularmente digna de ser tomada en cuenta, cuando se trata de relaciones de pareja.
Expresión que hace valer los derechos propios
El comportamiento asertivo implica la defensa de los derechos propios. No es posible mantener una relación armónica con otra persona, sin nuestros derechos no son considerados.
Serie: La asertividad en la relación de pareja – Parte II
Gracias por el tiempo que dedicaste va leer este artículo. Nos gustaría saber tu opinión sobre este tema.
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Una bendición y gran ayuda para mí ministerio…bendiciones