La comunicación efectiva es la comunicación asertiva, que implica expresar sentimientos, opiniones y pensamientos en forma auténtica y honesta, sin ansiedad (con tranquilidad), en el momento oportuno, de una manera apropiada, que considere los derechos de los demás, pero sin negar los derechos propios.
Lo contrario al estilo afirmativo, es un comportamiento agresivo o pasivo. En este sentido, la asertividad puede ser definida como un continuum o línea de comportamiento, a cuyos extremos están el comportamiento hostil y el comportamiento sumiso. La idea es no desplazarse a los extremos, o hacerlo a conciencia y con una intencionalidad.
Ante situaciones de interacción personal, tenemos tres posibles opciones de comportamiento: pasivo-sumiso, agresivo y asertivo.
Estilo pasivo – sumiso
Podemos adoptar un estilo pasivo – sumiso, que permite que otras personas transgredan nuestros derechos; en tal caso tendemos a ceder antes los intereses de otros.
Estas personas pueden frecuentemente culpar a otros sobre la forma como son tratados. “Es que mi esposo (a) o jefe es un grosero o desconsiderado”, “o es muy egoísta al no permitirme tomar descanso después del trabajo”. En estos casos, la persona pregona que otros son desconsiderados; pero ella no hace nada para remediar esa situación.
Es mucho más cómodo endosar la responsabilidad a los otros, que asumir la responsabilidad por lo que pasa en su vida. Asumir la responsabilidad por lo que pasa en su vida es un acto de madurez y responsabilidad personal.
El pasivo tiende a establecer relaciones perder – ganar, dada su dificultad para hacer valer sus derechos. Terminan permitiendo que los demás se aprovechen de ella.
En las relaciones las personas necesitan responsabilizarse por lo que sienten, y por lo que hacen o dejan de hacer. Asimismo, necesitan aceptar las consecuencias de sus acciones u omisiones. Eso es lo saludable en toda relación.
Estilo agresivo
El hostil es un estilo comunicacional caracterizado por defender los derechos personales y expresar sus ideas y emociones de una forma inapropiada que traspasa los derechos de otros. El agresivo tiende a ofender y a amenazar a los demás, obviando los límites de las otras personas. Su expresión está muy cargada de expresiones irrespetuosas, desconsideradas y violatorias de los derechos de los demás.
Este tipo de personas establecen relaciones ganar – perder. “Yo tengo la razón y tú estás equivocado”, “es como yo digo y no como dices tú”, “lo importante es que yo obtenga lo que yo quiero”.
Estilo asertivo
El estilo asertivo tiene la habilidad de defender sus derechos y expresar sus emociones de forma apropiada, sin necesidad de transgredir los derechos de los demás. Cuando la persona se comporta asertivamente tiene la sensación de autenticidad y congruencia, porque dice lo que piensa y siente. Lógicamente de una manera apropiada.
El ser asertivo se pasea por la posibilidad de elegir el comportamiento, lo cual supone que la persona se responsabiliza por su conducta y las consecuencias de ésta. Por el contrario, cuando la persona actúa reactivamente ante las situaciones (en automático), tiene más posibilidad de actuar pasiva o agresivamente. Hay una diferencia importante entre reaccionar y elegir. Elegir implica una actitud proactiva y responsable, mientras que el reaccionar implica una actitud reactiva. Cuando no elegimos si no que reaccionamos, nos queda la sensación de haber querido comportarnos de manera diferente. Por otra parte, elegir supone tener conciencia de las necesidades, así como claridad del sistema de valores.
Es importante reconocer que no existen estilos puros. Nadie es cien por ciento asertivo. Todos, bajo ciertas circunstancias, podemos actuar pasiva o agresivamente. Lo importante es la consistencia en elegir comportamientos asertivos.
En algunos casos podemos optar por ser pasivamente asertivos o agresivamente asertivos; Lo que hace la diferencia es si estoy reaccionando o eligiendo. Por ejemplo, si estoy en la cola de un banco, y una anciana se pone delante de mí en la cola, puedo ver con simpatía a la ancianita, y elegir dejarla colarse, sin que esa situación me genere ansiedad o malestar. En tal caso, elijo un comportamiento pasivo – asertivo. O cuando estoy discutiendo con mi cónyuge un asunto en el que está involucrado un valor no negociable para mí, puedo optar por un tono enérgico y firme, sin que implique ofender o amenazar. En tal caso estoy optando por una conducta agresiva – asertiva, lo cual no implica que estoy emocionalmente desbordado. Es una elección.
Para reflexionar:
- ¿Cómo es tu estilo comunicacional?
- ¿Tiendes a adoptar un estilo asertivo, o pasivo, o agresivo?
- ¿Cómo crees que puedes aplicar este conocimiento para enriquecer tu vida personal y potencias tu capacidad de aprendizaje?
Serie: La asertividad en la relación de pareja – Parte III
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