Cómo los valores pueden mejorar tu liderazgo

Arnoldo Arana

Doctorado en Consejería de la Universidad Rhema en Jacksonville, Florida – USA. Maestría en Gerencia de Empresa y Lcdo. en Contaduría Pública. Coach certificado por la ICF. Psicoterapeuta. Escritor y conferencista en liderazgo, coaching y vida familiar.
6 abril 2022

Lo seguidores siguen a los líderes por varias razones: su visión, su competencia, su sistema de valores. Y hoy quiere referirme a este último aspecto, uno de los más importantes: los valores en la gestión del líder.

Los valores son como las líneas rectas por las que las personas pueden evaluar sus actuaciones. Al respecto decía Sócrates:

Uno nunca sabe que una línea está torcida, a menos que tenga una línea recta para compararla.

Los valores son nuestras líneas rectas. Aquello que sirve de referencia para comparar si nuestras acciones son congruentes con nosotros mismos: nuestra identidad, nuestra cosmovisión de la vida, nuestras creencias. En ese sentido, los valores son el fundamento para autorregular nuestras actuaciones.

Al tener instaladas y comprometidas estas líneas rectas, podemos predecir y predefinir nuestros futuros comportamientos. Por decirlo de una manera, nos anticipamos a nuestros comportamientos. Los valores se anticipan a la praxis, vale decir, nos dicen anticipadamente qué hacer y qué no hacer, al guiarnos para decidir qué comportamientos convienen y cuáles no convienen. De esta forma los valores se convierten en una normativa o criterio de actuación.

Los valores son marcas y guías para la alineación con lo que es importante

Los valores dan sentido, importancia y significado a las cosas. Los valores son indicadores del camino a seguir que nos permiten mantenernos en la senda elegida (propósito, misión, visión, metas), encontrar sentido a lo que hacemos, tomar las decisiones pertinentes ajustadas con quienes somos, responsabilizarnos de nuestros actos y aceptar sus consecuencias. Son criterios de evaluación de nuestras acciones que ayudan a perseverar con claridad en nuestros objetivos de vida.

La práctica de unos valores afirma una identidad

Por otra parte, los valores dan forma a nuestra identidad. Generan la cara con que la gente nos percibe. Hablan de quiénes somos, de lo que es importante para nosotros, de cuál es nuestro marco filosófico, de cuáles son nuestras convicciones y creencias.

Nuestros valores expresan quiénes somos, qué creemos, qué valoramos; qué tiene capital relevancia y transcendencia en nuestras vidas. Responden a las preguntas: quién soy, qué es importante para mí, cuál es mi propósito de vida, cuáles son los estándares que guían mi conducta.

Nos afirmamos con nuestras elecciones y decisiones. Y cuando esas decisiones, conscientemente son el producto de privilegiar y alinearnos con nuestros valores, construimos intencionalmente nuestra identidad desde la conciencia y la responsabilidad.

Cada persona y cada líder, pues, construye su vida, con las decisiones que toma, y elabora los contenidos de sus definiciones a partir de su experiencia, expresando sus valores mediante conductas, actitudes, juicios de valor, opiniones y emociones.

En el núcleo de nuestro carácter están, pues, nuestros valores. Forman la médula de nuestras definiciones más importantes. La pregunta importante es: ¿Estamos construyendo conscientemente nuestra identidad a través de la alineación intencional de nuestra conducta con nuestros valores?

Los valores nos ayudan también a vivir con prioridades

Para liderar hay que tener prioridades, y los valores son criterios importantes para definir y ejecutar prioridades. Los valores ayudan al líder a aclarar el sentido de dirección, proporcionan una brújula clara. Por ahí hay un dicho que dice: cuando los valores están claros, las decisiones son fáciles. Los valores, pues, les dan firmeza y seguridad a nuestras elecciones, lo que nos brinda autonomía personal: libertad de elección (elegir a conciencia y con responsabilidad) y capacidad de autorregulación.

En ese sentido, los valores en el líder actúan como brújulas que orientan la toma de decisiones. Un líder efectivo termina siendo aquel que es capaz de traducir sus valores en acciones concretas.

Los valores aportan congruencia al líder

Los valores, además, aportan congruencia al líder, al mantener sus elecciones y decisiones por un carril sin desviarse mucho ni a izquierda ni a derecha.

El liderazgo es el proceso que consiste en mantener la perspectiva y los valores ante uno mismo y llevar una vida acorde con ellos.

Cuando un líder, pues, toma decisiones y acciona con base a unos valores definidos y comprometidos gana confiabilidad, porque se hace predecible con una línea y forma de actuar, y eso aporta credibilidad y confianza en sus seguidores.

  • Credibilidad porque la gente comienza a percibir el líder como una persona confiable que es fiel a un conjunto de valores que profesa seguir.
  • Confianza porque al actuar de una manera uniforme y predecible (que es diferente a rutinario y aburrido), elimina de las relaciones líder-seguidor la ambigüedad y la incertidumbre, porque la gente sabe que esperar del líder, porque él es consecuente con un conjunto de valores.

En la medida que los líderes logran transformar sus valores personales en acciones intencionadas, reafirman su liderazgo porque ganan coherencia.

Ahora, los valores pueden ser una declaración retórica (ideal, conceptual) o una referencia o pauta real y práctica. Para eso no basta que el líder hable y pregone unos valores, sino que actúe según esos valores; que modele esos valores. Hablamos, entonces, de valores en acción en el liderazgo.

Los valores aportan estabilidad al líder

Los valores también aportan estabilidad al líder. En una época de cambios tan impredecibles y vertiginosos como en la que vivimos, con la ambigüedad e incertidumbre asociados, cobra vigencia contar con un núcleo de valores, que sirvan de ancla para resistir los embates del entorno, y a su vez navegar con congruencia y consistencia sin andar a la deriva; para alinear actitudes y conductas. Un firme sistema de valores ayuda a tomar decisiones con base en los hechos y no en las presiones externas.

El comportamiento coherente está impregnado por la alineación con los valores de la persona. 

Entonces, los valores funcionando como marco de referencia, no darán oportunidad a la ambigüedad, la confusión y la incertidumbre, y las elecciones serán las correctas.

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Arnoldo Arana

Doctorado en Consejería de la Universidad Rhema en Jacksonville, Florida – USA. Maestría en Gerencia de Empresa y Lcdo. en Contaduría Pública. Coach certificado por la ICF. Psicoterapeuta. Escritor y conferencista en liderazgo, coaching y vida familiar.

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