La necesidad de trascenderse

Arnoldo Arana

Doctorado en Consejería de la Universidad Rhema en Jacksonville, Florida – USA. Maestría en Gerencia de Empresa y Lcdo. en Contaduría Pública. Coach certificado por la ICF. Psicoterapeuta. Escritor y conferencista en liderazgo, coaching y vida familiar.
26 abril 2020

“El hombre sin propósito es como un barco sin timón, un soplo, nada nadie”. Thomas Carlyle

La necesidad de auto-trascenderse está profundamente arraigada en la psiquis del hombre

Una de las necesidades básicas ser humano es la necesidad de auto-trascenderse: la necesidad de sentido, de estar al servicio de algo más grande que la persona misma, el deseo de dejar un legado, marcar una diferencia, consagrarse a una causa o un deber u otra persona. En la medida que el hombre traspasa las fronteras de su propio yo, será más humano, más fiel y auténtico con su propia naturaleza.

En la misma línea de pensamiento comenta el Dr. Victor Frankl: “Lo esencial de la condición humana es el hecho de auto-trascenderse, el que haya algo más en mi vida que no sea yo mismo… Algo o alguien, una cosa u otra persona distinta que yo”.

Como dijo el sabio Salomón: “Dios ha colocado eternidad en el corazón del hombre”. La propia naturaleza del ser humano anhela y clama por lo trascendente, por lo intemporal, por aquello que se proyecta en el tiempo. El ser humano vive permanentemente en busca de un significado que le dé sentido a su vida y cuando no lo encuentra sucumbe ante las exigencias del entorno.

Como expresó R. May: “El ser humano no puede vivir una condición de vacío por mucho tiempo: si él no está creciendo hacia algo, no solamente se estanca; las potencialidades reprimidas se convierten en morbosidad y desesperación y eventualmente en actividades destructivas”.

El sentido de la vida cobra fuerza en una persona en la medida que ésta toma conciencia

Pero para trascender hay que primero tomar conciencia de uno mismo. Si no hay conciencia no hay capacidad de conexión con la realidad circundante; no hay entonces posibilidad de nutrirse, aprender, madurar, crecer y satisfacer la necesidad de sentido. Sin madurez de la conciencia que permita metabolizar las experiencias vividas, no hay la posibilidad de “momentos cruciales” que direccionen y definan la vida; y como consecuencia sobreviene el vacío existencial que puede llevar a la persona a la desesperanza, el escepticismo y el fatalismo.

El propósito le imprime a la vida un acicate y un “sentido de urgencia” de vivir según ese significado

Mientras mayor sea la conciencia, el conocimiento, el contacto y la experiencia personal con el propósito de vida identificado, más profunda será la motivación, la expectativa, el apetito, el apremio y la determinación para avanzar en pos de la consecución del significado de vida que hemos asumido.

Un propósito de vida nos mueve también a establecer prioridades y a vivir con un enfoque intencional, con la certeza de estar viviendo la vida que queremos vivir, y con la convicción de no desperdiciar la vida.

Tener un sentido de vida llena a ésta de entusiasmo y de pasión: emoción con sentido de dirección. Un significado de vida proporciona una sensación de bienestar y plenitud y afecta profundamente la manera en que vivimos, a la vez que sirve de punto de apoyo para el desarrollo de nuestra potencialidad como seres humanos.

La falta de propósito desgasta la vida

En la actualidad muchas personas manifiestan experimentar en sus vidas un profundo vacío existencial, una falta de sentido, una carencia de propósito, una ausencia de objetivos, una indefinición de un proyecto de vida, que los mueva a la contribución, que direccione sus vidas y los motive a accionar y encontrar su propio sentido de vida. Por el contrario, lo que existe es un fatalismo que carcome la vida misma, como consecuencia de asumir la postura nihilista de que “la vida no tiene ningún sentido”.

Al respecto comenta el Dr. Victor Frankl: “El fatalista se dice a sí mismo que eso no es sólo inútil, sino completamente imposible, porque no somos libres, ni siquiera responsables, sino que somos las víctimas de la coyuntura, del entorno, de las circunstancias. Pero los fatalistas no tienen en cuenta y olvidan que, en realidad, somos nosotros quienes configuramos las circunstancias y los que podemos transformarlas allí donde haga falta”.

Esta realidad se hace aún más manifiesta, en situaciones de dificultad y necesidades de carencia (muerte, pérdidas importantes, enfermedades, etc.). Dice un sobreviviente de los campos de concentración nazi, el Dr. Victor Frankl: “Una persona que se proyecta hacia un sentido, que ha adoptado un compromiso por él, que lo percibe desde una posición de responsabilidad, tendrá una posibilidad de supervivencia incomparablemente mayor en situaciones límite que la del resto de la gente normal”.

Sin propósito la codinianidad se hace una carga pesada

Creo que mucho del desencanto frente a la vida, del aburrimiento de la existencia y de la incapacidad para lidiar con la cotidianidad de la vida, están relacionados con la falta de sentido que experimenta el hombre hoy en día.

Bien lo decía Nietzsche: “¿Quién tiene un porque vivir, encontrará un cómo”.

O dicho en palabras del Dr. Stephen Covey:”Desgraciado de aquel que no viera ningún sentido en su vida, ninguna meta, ninguna intencionalidad y, por tanto, ninguna finalidad en vivirla, ése estaría perdido. El hombre que se hace consciente de su responsabilidad ante el ser humano que le espera con todo su afecto o ante una obra inconclusa, no podrá nunca tirar su vida por la borda. Conoce el «porqué» de su existencia y podrá soportar casi cualquier «cómo»”.

 Para reflexionar:

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 #trascender #legado #sentido #propósito

Arnoldo Arana

Doctorado en Consejería de la Universidad Rhema en Jacksonville, Florida – USA. Maestría en Gerencia de Empresa y Lcdo. en Contaduría Pública. Coach certificado por la ICF. Psicoterapeuta. Escritor y conferencista en liderazgo, coaching y vida familiar.

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