Los hábitos construyen y revelan el carácter de la persona
«Somos aquello que repetidamente hacemos”, decía Aristóteles. Joyce Meyer agrega: “Los hábitos son el carácter real”.
El conjunto de hábitos que vamos acumulando a lo largo de la vida forman nuestro carácter. Los hábitos se forman por la repetición de actos. Y el conjunto de hábitos definen el carácter. Por eso cada acto de nuestra vida es importante, porque contribuye a fortalecer o debilitar nuestros hábitos, o a eliminar o crear otros nuevos, vale decir, a darle forma a nuestro carácter.
Los hábitos ponen de manifiesto el carácter de la persona: su forma de ser y hacer, de organizarse y trabajar, más allá de las definiciones que la persona ha acuñado de lo que cree y dice que es. Lo que somos se construye a través de los que hacemos cotidianamente. Así, nuestros hábitos adquiridos nos predisponen a comportarnos de formas semejantes a las acciones que nos hicieron adquirir dichos hábitos.
Los actos llevan a los hábitos; el conjunto de hábitos, dan forma al carácter; y éste facilita o dificulta la adquisición de nuevos hábitos y, por lo tanto, la realización de los actos relacionados con los mismos. Este proceso se hace un ciclo.
Un viejo proverbio dice: “Siembra un hábito, cosecha un carácter; siembra un carácter, cosecha un destino”.
Esto nos habla del impacto de nuestros hábitos: el carácter está hecho de hábitos. Los hábitos son factores poderosos que construyen y expresan el carácter en la vida de las personas: creencias, integridad, desempeño, identidad. Hay una gran fuerza en nuestros hábitos. Nos empujan a actuar automáticamente, sin pensar, sin cuenstionar la conducta, sin darnos cuenta, inclusive, que ya esa conducta a perdido contextetualización con la realidad.
Carácter: modo adquirido por hábito
Para Sócrates carácter (ethos) se relaciona con la forma de vida. Ethos significa carácter, pero no en el sentido de talante sino en el sentido de “modo adquirido por hábito», lo que significa que el carácter se logra mediante el hábito y no por naturaleza. Dichos hábitos nacen «por repetición de actos iguales». Nos hacemos con nuestro hacer porque nuestro hacer construye nuestro modo de ser. Al respecto comenta Fernando Savater: “La acción origina al ser humano”.
Afectar los hábitos, es afectar el carácter
Los hábitos son pautas consistentes, a menudo inconscientes, que de modo constante y cotidiano expresan nuestro carácter y generan nuestra efectividad o inefectividad. Una cosa es lo que nosotros decimos que somos, pero lo que hacemos dice en forma elocuente quién realmente somos. Es en nuestra conducta, en lo que hacemos cada día, que se manifiesta lo que realmente somos.
Al respecto Aristóteles dijo: “Somos lo que hacemos repetidamente”.
Se calcula que cada día tenemos unos 60.000 pensamientos, de los cuales el 90% son exactamente iguales a los del día anterior o de la semana anterior. Respecto a nuestros actos, el 40% son rutinas que se han ido integrando en nuestro comportamiento, según estudios de la Duke University. Esto deja claro que sin afectar nuestros hábitos, no es posible afectar nuestro carácter.
Nuestro carácter está hecho de muchos hábitos que construimos conscientes o inconscientemente a lo largo de nuestra vida. Luego cuando queremos afectar nuestro carácter, tenemos que afectar nuestros hábitos. No basta que reflexionar sobre lo que es moralmente correcto o incorrecto, conveniente o inconveniente, efectivo o inefectivo. Necesitamos disponernos a cambiar – eliminar viejos hábitos y/o adquirir nuevos hábitos, si realmente queremos cambiar nuestro carácter.
La disciplina es esencial para cambiar los hábitos
Ahora, cambiar hábitos o desarrollar nuevos hábitos requiere de mucha disciplina. Disciplina y cambio de hábito van de la mano. La disciplina engendra carácter.
Al respecto dice Joyce Meyer: “Nuestro carácter se forma por la falta o presencia de disciplina”.
Y disciplina es auto-educación voluntaria. Implica resolución, enfoque y constancia. Dentro de los consejos que William James da para adquirir hábitos, está lo que él llama “conservarse entrenado”. Esto habla de permanencia, constancia, esfuerzo en una práctica regular del nuevo hábito adquirido, vale decir, disciplina.
Disciplina es la capacidad que tenemos de hacer lo que sabemos que necesitamos hacer para alcanzar un objetivo, tengamos o no ganas de hacerlo. Esta capacidad es un ingrediente clave cuando queremos crear nuevos hábitos, eliminar o reemplazar hábitos que no nos ayudan a crecer en nuestra vida.
Los hábitos se adquieren por repetición, a base de practicar una y otra vez la misma tarea. Para ello es fundamental la disciplina que consiste en hacer lo que se tiene que hacer, aunque no nos apetezca o resulte incómodo.
Para reflexionar:
- ¿Eres consciente de algunos hábitos que necesitar cambiar y/o adquirir?
- ¿Cómo te va con el tema de la disciplina?
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