“Nuestros modelos mentales no sólo determinan el modo de interpretar el mundo, sino el modo de actuar” (Chris Argyris).
Nuestros mapas, creencias y paradigmas – lo que creemos de las circunstancias, la gente, las experiencias – dan forma a nuestra manera característica de pensar, e influyen en la forma como entendemos el mundo y en cómo tomamos decisiones; afectan profundamente la forma como vivimos, gestionamos y enfrentamos la vida. Nuestros mapas, paradigmas y creencias determinan nuestras decisiones personales, nuestros éxitos o fracasos, nuestras fortalezas o debilidades, nuestras congruencias o contradicciones.
Nuestros comportamientos y actitudes tienen como base nuestros mapas, paradigmas y creencias. De modo que si queremos generar cambios en nuestra forma de gestionarnos: trabajar, relacionarnos con otros, tomar decisiones, aprender, asumir responsabilidad, etcétera, necesitamos revisar, ajustar, contextualizar nuestras creencias, mapas y paradigmas. Todo cambio de conducta, hábitos y actitudes, va precedido de un cambio en nuestras creencias, mapas y paradigmas.
Lo cierto es que las personas no pueden avanzar más allá de su forma de pensar: de su sistema de creencias, mapas y paradigmas. La manera en que pensamos hoy en día es parte del problema. Decía Albert Einstein: No podemos resolver los problemas actuales en el mismo nivel de pensamiento que los creamos.
Creencias limitantes del cambio y el crecimiento
La razón de la necesidad de revisar nuestros mapas, paradigmas y creencias es que éstos en ocasiones pueden actuar como guiones o creencias limitantes, sobre todo cuando no describen la realidad adecuadamente, dificultando la asimilación y aceptación de nuevas ideas. Así los paradigmas, mapas y creencias pueden convertirse en prisiones que nos limitan y pueden hacernos incapaces de adaptarnos a los cambios y aprovechar las nuevas oportunidades. Sencillamente nuestros mapas, paradigmas y creencias se resisten a ser cuestionados y cambiados. “Aferrarse a paradigmas obsoletos puede paralizarnos mientras el mundo avanza”.
Nuestras creencias, mapas y paradigmas pueden convertirse en creencias limitantes, al punto de impedirnos crecer y cambiar.
Las creencias limitantes son algo que creemos que es verdad acerca de nosotros mismos, pero que realmente no es verdad. Tal vez hemos internalizado mensajes que nos limitan en nuestro accionar. En buena medida son creencias negativas de nosotros mismos. En el fondo son distorsiones de pensamiento. Algunos ejemplos de creencias limitantes son: No soy capaz, no me lo merezco, si no puedo hacerlo por mi propia cuenta soy un fracaso, sería terrible e insufrible el equivocarme, si pongo límites me quedaré sólo, es difícil ser feliz en la vida.
Ciclo de las creencias limitantes
Estas creencias, mapas y paradigmas limitantes funcionan en un ciclo limitante e incapacitante. Así las creencias limitantes se traducen en conductas, pues actuamos conforme pensamos y creemos; luego esa forma de actuar genera un tipo de resultado (acorde a las creencias), y estos resultados se convierten en un refuerzo de que esas creencias son ciertas y válidas. A veces, es difícil salir de ese ciclo.
De allí la necesidad de revisar nuestras creencias, mapas y paradigmas, tomar conciencia de como modelan nuestros pensamientos; y, si es necesario, cambiarlos por una creencia, mapa o paradigma más protenciador y eficaz. Y luego se requiere constancia para entrenar y repetir la nueva creencia, mapa y paradigma hasta incorporarlos como parte de nuestra estructura mental.
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