La autoestima se va construyendo y registrando como una especie de contabilidad, en la que se registran las historias vividas, los resultados obtenidos, los diagnósticos y evaluaciones que hicieron otros de nosotros y las nuestras propias.
En ese diario íntimo se registra cada suceso de la vida, cada novedad, cada agravio o afirmación recibida, cada frustración, cada necesidad satisfecha o insatisfecha, todo lo observado y escuchado, cada herida recibida, cada pérdida experimentada, cada fracaso o éxito, cada prejuicio experimentado, el amor o desamor recibido, cada logro celebrado o cada humillación vivida, cada lealtad o cada traición de que fuimos objeto, cada engaño o cada verdad afirmada, cada descalificación o cada validación, cada violación y abuso o cada cuidado que nos prodigaron, cada insulto o elogio recibido.
En este proceso todas las vidas con las que nos cruzamos suman: nuestros padres, hermanos mayores, compañeros de clase, vecinos, amigos, maestros y profesores, tutores, conocidos y allegados.
Ahora, lo más valioso de lo que experimentamos es como decidimos interpretarlo y resolverlo. No somos la suma de lo que nos pasó, sino de lo que decidimos hacer con cada historia escrita en nuestro interior. La autoestima se alimenta no solo de lo que recibimos, sino también de lo que decidimos dar y darnos.
- Qué historias han marcado tu autoestima hasta hoy? ¿Cómo las has interpretado?
- ¿Qué voces del pasado aún resuenan dentro de ti? ¿Te levantan o te detienen?
- ¿De qué forma has resignificado tus fracasos, pérdidas o heridas? ¿Te han definido o te han forjado?
- ¿Qué necesitas soltar o reinterpretar para liberar tu autoestima de viejos registros negativos?
- ¿Estoy alimentando tu autoestima desde adentro o sigues esperando validaciones externas?
- ¿Qué elijes hoy darme a ti mismo para fortalecerte emocionalmente?
- ¿Qué puedes ofrecer a otros desde una autoestima saludable, en vez de una herida sin sanar?
0 comentarios