Las emociones son información, no una conclusión, ni un destino

Arnoldo Arana

Doctorado en Consejería de la Universidad Rhema en Jacksonville, Florida – USA. Maestría en Gerencia de Empresa y Lcdo. en Contaduría Pública. Coach certificado por la ICF. Psicoterapeuta. Escritor y conferencista en liderazgo, coaching y vida familiar.
11 abril 2020

Hay personas que tienen aprehensión con sentir algunas emociones, pensando que las emociones tienen una connotación moral, o que pueden dañarlos, o las consideran inapropiadas, por lo que optan por negarlas y reprimirlas. Pero las emociones no son ni buenas ni malas. Lo moral no está en la emoción sino en la acción.

Que te sientas inútil no significa que en realidad seas incapaz, sin habilidades, argumentos, recursos o competencias. El que sientas miedo no significa que seas cobarde o indigno. El que experimentes tristeza no significa que seas débil.

Las emociones son una vivencia

Si bien la emoción predispone a la acción, no significa que la acción tenga que darse necesariamente, lo que sí es importante es permitirse tomar contacto con la emoción . La emoción es más un impulso que nos invita a actuar, que una decisión.

Las emociones son disposiciones corporales que especifican los dominios de acciones posibles. ( H. Maturana).

Una emoción es una experiencia y no una decisión, ni una condición, ni mucho menos un resultado final; ni una verdad, ni un rumbo determinístico de acción. Es sencillamente una información que procede desde nuestro interior. Las emociones no son un destino; son información de nosotros mismos – un sistema de señales – que expresan una realidad interna, una necesidad, no son conclusiones.

Sentir no es hacer

Las emociones forman parte de un proceso y no son una decisión, ni una conclusión. Como parte de un proceso que es, resulta importante escucharlo, permitirlo, concienciarlo, asimilarlo y no interrumpirlo, ni evitarlo, ni reprimirlo, sino facilitar que la emoción madure en nosotros y nos informe que está pasando, para luego tomar una acción.

Las emociones son un sistema de señales y retroalimentación propia

Hay una sabiduría extraordinaria en nuestras emociones para evaluar nuestras necesidades y orientar nuestras acciones. Las emociones nos dan una referencia acertada de lo que nos sucede en un momento determinado, y la energía adecuada para actuar en cada situación. Las emociones son un “sistema de señales” que nos dan información que necesitamos en un momento determinado para organizar nuestra conducta y orientar nuestras acciones.

Así, por ejemplo, la rabia nos informa que alguien ha traspasado nuestros límites, el dolor nos dice que ha aparecido una herida, el miedo nos comunica nuestra necesidad de seguridad, el placer nos ayuda a tomar conciencia de que nuestras necesidades están satisfechas, la tristeza nos susurra del valor de lo perdido, la frustración nos expresa que tenemos necesidades no atendidas – objetivos no alcanzados -, la impotencia nos habla de la falta de potencial para el cambio, la confusión nos expresa que estamos procesando información contradictoria, y así sucesivamente cada emoción nos comunica un mensaje que necesitamos escuchar y atender. Cada emoción tiene su propio mensaje e intensidad que necesitamos en un momento determinado.

Cada emoción tiene su propio mensaje e intensidad que necesitamos en un momento determinado.

Tenemos necesidad de desarrollar inteligencia emocional

Las emociones no simplemente nos ocurren, ni estamos a merced de ellas. No recibimos pasivamente las emociones cuando a ellas se los ocurre emerger. No somos víctimas de nuestras emociones. Podemos aprender a gestionar nuestras emociones para nuestro bienestar.

“A veces tenemos la sensación de que muchas de las emociones, simplemente, ocurren. Por lo tanto, es conveniente que aprendas a utilizar esas emociones como guía y aprendas a regularlas, de manera que no te controlen. Del mismo modo que no todo pensamiento es necesariamente lógico, no todas las emociones son necesariamente inteligentes. Tal y como tienes que aprender a razonar lógicamente, también tienes que aprender a diferenciar cuándo tus emociones son saludables, y contribuyen a que vivas una vida más plena, y cuándo son desadaptativas y resultan perjudiciales”. Leslie S. Greenberg

Para reflexionar:

  • ¿Adoptas una actitud pasiva, como con resignación, antes tus emociones que emergen, en un momento determinado?
  • ¿Tienes la disposición para desarrollar inteligencia emocional?
  • ¿Acostumbras a hacer juicios morales sobre tus emociones?

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